Todo parece un cuento de hadas, finalmente tengo a mi rey y mi reino se aproxima a la vuelta de la esquina, tengo una boda que planear y un futuro que disfrutar con los hombres más importantes de mi vida. Todo va muy bien después de tanto horror.
P...
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[Te pediré misericordia, vendré a ti ciego. Lo que verás es lo peor de mí, no lo ultimo-LP]
Después del epilogo.
Actualidad.
Madison
Mi frente está apoyada en la puerta, una mano aferrada a la manilla mientras la otra presiona mi pecho como si pudiera reprimir el llanto que brota de mi boca casi sin control. Me siento perdida y siento que no soy capaz de verlo a la cara, me cuesta creer que él ha hecho algo como eso e intento pensar que no ha sido así, pero ¿Labial en la camisa? Yo jamás he hecho eso, a pesar de los descontrolados momentos que hemos tenido.
Siento que voy a desvanecerme y mi garganta se aprieta impidiéndome respirar con normalidad, ahora mismo no puedo pedirle a Tom que me ayude a sobrellevar esto. Así que intento caminar al borde de la cama y sentarme con cuidado mientras intento controlar mi propia respiración, lo escucho susurrar tras la puerta y llamarme, pero de pronto ya no hay más que silencio al otro lado de la puerta y presiento que se ha ido a dormir al cuarto de William.
Estoy desconcertada, solo puedo imaginar a esa mujer sobre él para encender la rabia en mí interior y hacerme sentir tan enojada que las lagrimas que salen de mis ojos no son de tristeza sino cargadas de amargura.
Después de la discusión post fiesta de cumpleaños de Diana, se fue y no volvió hasta muy tarde, sin dormir conmigo como un maldito orgulloso se quedó a dormir en el sofá y para cuando me levanté y salí de la ducha ya se había ido al trabajo sin verme a la cara. Y ahora esto, llega tarde, ebrio y con un beso marcado en la camisa del cuello.
Cualquiera diría que esa marca fue de cualquier mujer, pero no puedo evitar cerrar los ojos y ver el labial rojo carmesí de Anna en la fiesta, el color es el mismo no soy capaz de tener dudas sobre eso.
De pronto entre mis espasmos y lagrimas observo mi celular sobre la mesa de noche, lo tomo meditando en la primera persona que se me viene a la mente sin entender porqué, después de evitarlo tanto tiempo y de ser consciente de que quizás no le importo demasiado estoy pensando en él. Y no estoy pensando en realidad cuando marco su numero más de las tres de la madrugada esperando que no conteste, pero lo hace y ahogo mi llanto por un momento.
