Escena Extra

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William Hiddleston

20 años después

Una vuelta más, soy capaz de hacerlo. No tiene que importarme el tenso dolor en la pantorrilla de la lesión anterior, Marcus me mira desde en medio de la cancha, el cronometro controlándome. En mis auriculares suena una canción de David Guetta mientras hago mi ultimo esfuerzo para llegar antes del tiempo. Levanto la cabeza y miro la meta, Marcus girando el reloj en su muñeca, la presión en su mirada. Mis piernas se mueven tan rápido que ya no las siento. Pero por suerte logro hacerlo y me detengo a los pies de Marcus. 

Apoyo el peso de mi cuerpo sobre mis rodillas, respiro y luego... simplemente caigo de espaldas con las piernas y manos extendidas sobre el pasto. Cierro los ojos y trato de recobrar mi aliento. 

—Un minuto y 43 segundos tarde — exclama Carlo tirándome una toalla en la cara. 

Lo siento — logro articular. 

—No pasa nada, vas bien — tomo la toalla con dificultad y me quito el sudor de la cara y cuello con ella. Me apoyo con el codo para verlo guardar sus cosas en su mochila, la cuelga sobre su hombro y me extiende una mano para ayudarme a ponerme de pie — no es bueno que te sobre exijas de todos modos. La semana que entra tienes la carrera en Belfast, no puedes estar lesionado. 

—Lo sé — tomo un respiro y él me ofrece una botella de agua. Cuando la destapo la forma femenina de un grupo de chicas al otro lado del campus se atraviesa en mi mirada. Todas mirándome, mientras me tomo el agua de la botella. Son tres, esbeltas, tibias y sonrientes. 

Reconozco a Kim de entre ellas, su sonrisa provocativa, su falda demasiado corta y sus libros y cuadernos vacíos, porque nunca entiende nada de lo que estudia. Dudo que pudiese ser alguna vez alguna psicóloga si no anota nada en clases.  Dudo que no me tire en la cara la malteada que tiene en las manos cuando le diga que debemos terminar. 

No porque no me guste, no porque no sea deliciosa en lo que hace con cada parte de mi cuerpo. En realidad es porque quiere algo más, y no puedo estar dispuesto a ello. Amo mi libertad y mi espacio personal. Una vez comienzan a querer más, tengo que apartarlas. Por su bien. Me encojo de hombros mentalmente y me limpio la boca. 

Marcus me da una palmada. 

—¿Vas a hacerlo? — una sonrisa se dibuja en sus labios cuando me tiende mis cosas. 

—No tengo otra opción, tengo que ir a la fiesta de gala de los Anderson soltero y lo sabes.

Marcus menea la cabeza riéndose. Es mayor, es casado, su esposa va a darle un niño al que ya le tiene todo el futuro planeado. No es una mala persona, es un amigo entrañable. 

—Tú mamá parece que va a tener que seguir esperando poner otro plano en sus cenas ¿No? — me río, mamá... Dios, como la extraño

—Por suerte vivirá mucho para seguir esperando — me encojo de hombros y me cuelgo la mochila — además tiene a Connor, ese no tiene tapujos en llevarle a cuanta zorra conozca. Yo no. — aprieto mis dedos en su hombro — le prometí que si alguna vez llevaba una chica a casa, sería la chica con la que iba a casarme. 

Marcus me mira con una ceja sobre la otra, la boca desencajada. 

—¿Y piensas casarte algún día?

Lo contemplo serio y suspiro cuando noto a Kim acercarse a mí. 

Claro que no — mascullo riendo, Marcus mueve su cabeza, se aleja de mí al notar que Kim se acerca — ella nunca sabrá que crucé los dedos al hacerlo. 

H ɪs ᴍɪɴᴇ ━ Tom HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora