. . ⃗. ᴍᴀᴅᴇ ғᴏʀ ᴍᴇ🧸·˚ˎˊ˗

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La anticipación me invadió por completo al comprobar la hora, tal vez, por séptima vez desde que Jungkook me dijo que ya viene en camino.

Es patético que incluso me sienta eufórico aun al haberlo visto hace tan solo unas horas atrás, sin embargo, a diferencia de hace un rato; está vez sí sé con quien exactamente voy a encontrarme, y aunque la expectativa de lo que pudiera suceder cuando nos veamos de nuevo aún me condena, siento que será justo el final que necesito empezar o terminar definitivamente lo que comenzó como algo platónico.

Puede que no sea exactamente la persona que Jungkook espero encontrar, y aunque él es justamente lo que siempre quise, estoy seguro de que nuestra química puede superar nuestra diferencia de edad y probablemente los problemas que tendremos con mi padre.

Demasiado extasiado como antes, me levanté de la banca en la que he estado sentado durante cincos horas y caminé hacia la puerta en el momento exacto en el que un hombre preciosamente alto e imponente cruzó el lumbral y me diviso tan pronto como yo lo hice con él.

Ambos nos quedamos parados; mirándonos como si pudiéramos absorber todo del otro, hasta que tomó la iniciativa y recorrió el tramo que le faltaba para llegar a mi. Deteniéndose a unos pasos de mi cuerpo, aún consumiéndome con su hipnótica mirada.

Pensé que iniciaría con algún saludo casual, como siempre ha hecho desde que soy niño, pero en lugar de eso: exhaló y se desahogo total y completamente; dejándome sin habla.

—Eres ambos porque aunque ya no eres un niño sigues teniendo gran parte de esa ternura que siempre te caracterizó. Además de que hablando contigo me demostraste el gran hombre en el que te convertiste, y eso no solo me hace sentir orgulloso, también me hace dar cuenta de que contigo lo he encontrado todo.

Levantó la mano, dejándola caer suavemente sobre mi cachete; recorriendo finamente mi piel con sus dedos.

—Mierda. Eres hermoso —musitó, más para sí mismo que para mí. Saliendo de un trance que pareció no haberse dado cuenta de haber entrado continuó:—. Intenté mentirme sobre la atracción que siempre he sentido por ti. —dudo—, vale, no siempre, no vayas a pensar que soy un degenerado.

Ambos reímos, seguramente más por los nervios que por su aclaración.

—A lo que quiero llegar es que, incluso cuando te rechace todas esas veces en las que te me insinuaste me fue inevitable no volverme loco cada vez que te tenía cerca.

»El verte ahora y saber que no solo fuiste ése chico que me atrajo físicamente sino también el único que logro entrar en mí de una forma tan profunda me hace sentirme afortunado de que todo esto haya resultado como lo hizo. Porque eres absolutamente todo lo que siempre busqué, pero que me negué a tener por miedo a que las cosas se arruinaran con Namjoon e incluso contigo. Me odie al pensar que él podía verme como un depravado que lo único que buscaba era meterse contigo, aunque la intención nunca fue esa, al menos, no en ese entonces.

Sonrió con picardía, ruborizándome.

—Y te mentí al hacerte creer que algo entre los dos nunca podría ser posible —suspiró, rendido—. Porque parece que has sido hecho para mí, lo acepte o no.

Creo que nunca había sonreído tanto y tan grande como lo estoy haciendo ahora, porque aunque haya lágrimas brotando de mis ojos, lo que me hizo sentir con su confesión y con lo mucho que me encanta éste hombre va más allá de felicidad; es algo cálido que se extiende por todo mi cuerpo, haciéndome sentir reconfortado, afortunado y sobre todo querido.

Fui hecho para él.

Y él hecho para mí.

Jungkook me sostuvo, rodeándome con sus enormes brazos, acariciando mi espalda para darme confort que solo sirvió para hacerme sentir aun más dichoso.

Nunca antes me habían dicho algo así, e incluso si lo hubieran hecho nada nunca se sentiría igual si no viniera de Jungkook.

Cuando mis sollozos pararon, me atreví a mirarlo, tocarlo e incluso olerlo. Ninguna de mis fantasías se le compara al tenerlo en carne propia frente a mí y que él me tenga entre sus brazos cariñosamente, como si fuera lo más preciado que tiene.

Retiró el cabello de mi rostro, sonriéndome con su encantadora sonrisa de conejo.

—Quedamos en que no tengo que preguntar para hacer las cosas, ¿cierto?

Lo miré dubitativo.

—No quedamos exacta...

Me silencio besándome. Robándome el aliento con su boca de una manera abrumadora, pero sencillamente adictiva. Haciéndome sentir mareado y ajeno a todo a nuestro alrededor, disipando, con el simple acto, las dudas que podían haberse quedado albergadas en mi; demostrándome que estamos bien, pero sobre todo juntos, como siempre debimos estarlo.

¡Oh, no! - Kookmin AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora