Retorno

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Casi hacía tres días enteros que estaba detrás de ese cristal mirando el cuerpo de la mujer que amaba. Porque sí, la amaba, era indiscutible, aunque muchas cosas se metieran en su camino, incluidos esos momentos de tristeza y de miedo intensos. Su corazón se encogía aún ante el recuerdo de ese hombre, los ojos inyectados en sangre, el rostro desfigurado por un rictus de odio y de locura. Ese cuchillo que se abatió en su carne, una vez, dos veces, tres veces...Las sirenas de la policía que resonaban apenas en sus oídos. Y finalmente, un disparo...Pero el mal estaba hecho. Recordaba la sangre saliendo a borbotones del cuerpo de su compañera, pero también del suyo. Pues en esa locura vengativa, el hombre había golpeado casi a lo loco...

‒ ¿Señorita?

‒ ¿Cómo se encuentra ella?

‒ La operación ha ido muy bien. Todo va bien.

‒ ¿De verdad?

‒ De verdad. Ella es fuerte, muy fuerte.

‒ Jamás he dudado de eso...‒ sonrió ‒ ¿Secuelas?

‒ No que yo sepa. Las cuchilladas que recibió hicieron destrozos, pero sus órganos vitales no se vieron afectados.

‒ ¿La recuperación?

‒ Podría ser larga si no se mantiene tranquila...

‒ Pues no está asegurado

‒ Pues alguien deberá convencerla para que se mantenga en calma

La joven frunció el ceño: sí, deberá haber alguien a su lado...

‒ ¡Regina!

La bella morena se dio la vuelta para ver a Ruby llegar, jadeante.

‒ ¡He estado presa en la carretera! Mierda, llego tarde! ¿Cómo sigue? ¿Y la operación?

Regina sonrió débilmente y se giró hacia el ventanal que daba a la habitación de Emma. Esta dormía apaciblemente, los cabellos en batalla y la tez pálida. Regina jamás la había visto así, tan frágil, tan débil.

‒ Y tú, ¿cómo estás tú?

Regina posó su mano en su antebrazo, vendado y en cabestrillo. Aún le tiraba, a pesar de los calmantes que llevaba tragándose desde hacía tres días. Recordaba a cachos los sucesos pasados. La policía la había interrogado durante horas, hasta tal punto que creía que ella era la culpable. Se había enterado de no pocas cosas sobre el hombre que la llevaba siguiendo durante meses y la había atacado hacía tres días: nunca se había casado, padres muertos durante su juventud, se las había apañado solo, encadenando relaciones cortas, pero turbulentas. Incluso violentas, llegando a acumular órdenes de alejamiento de aquellas mujeres que lo habían abandonado, pero a las que seguía persiguiendo, acosando. No era la primera vez que hacía eso. La policía no pudo sacarle nada a él. Herido, había sido llevado al hospital penitenciario y no había dicho ni una palabra a las autoridades. Lo único que clamaba era su inocencia y que no entendía lo que le reclamaban. En su opinión, Regina y él vivían una pasión secreta, velada por la distancia y las pantallas. Estaba convencido de que era a él a quien ella se dirigía a través de las cámaras, que era a él a quien ella dedicaba cada canción...

Solo de pensarlo, Regina se echaba a temblar. Pero ahora todo había acabado: estaba bajo llave y no saldría en mucho tiempo, incluso jamás. Todo había acabado. Emma saldría de esta, estaba feliz. Cuando vio el cuchillo abatirse sobre Emma y hundirse en su abdomen, la sangre saliendo en abundancia, y Emma derrumbándose sobre ella, en un gemido ronco de dolor, por reflejo, cuando él volvió a blandir una segunda vez su arma, Regina colocó el brazo delante, y él la hirió, después una tercera vez antes de que un disparo se escuchase e hiciera caer al hombre, dejando su cuchillo hundido en su brazo. Ella se desvaneció entonces de dolor, y solo se despertó cuando ya estaba en el hospital.

Rodeo LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora