Capítulo 31 - "Un corazón que late de alegría"

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Escrito por la reina BlueShadowsOfDylmas

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PARTE I

LOS ECOS DE UN RECUERDO

Julio, 2018

El llanto de la niña lo hizo levantar la vista del libro en el que se había perdido desde hacía media hora, cerrándolo de golpe corrió hasta el origen de aquel griterío, ella no solía llorar así, con dolor, era lo que pensaba en lo que bajaba las escaleras, a la vez se reprendió a sí mismo, no debió dejar a los niños solos mucho tiempo, pero hacía tanto que no disfrutaba de un buen libro, la historia lo atrapó en sus primeras páginas y él se vio obligado a continuar con un capítulo más, porque no podía quedarse con las dudas, solo esperaba que Annette no se enojara.

Él aceleró sus pasos, y cruzando la entrada vio como Bastián abrazaba a su hermana mientras ésta parecía que pronto acabaría por ahogarse con sus lágrimas.

—¡Lune!

El niño volteó a verlo, soltando a la menor, y ella corrió hasta sus brazos, murmuraba entre sollozos, pero no comprendía, aun así, trató de calmarla dando caricias en su espalda.

—¿Qué pasó? — preguntó a su hijo, y no necesitó una respuesta verbal, él le mostró los trozos de cristal en el suelo, y por fin entendió.

—Fue mi culpa— confesó Bastián bajando la vista. El mayor no respondió, simplemente se limitó a asentir.

Después se levantó aun con la niña entre sus brazos, ella había disminuido su llanto, pero todavía había lágrimas saliendo de sus ojos, recostó su cabeza en su hombro con cuidado, dándole igual que su camisa terminara húmeda; caminó hasta el menor y le ayudó a reunir las piezas del que antes fue un objeto sólido, comprendía muy bien por qué el escándalo de Lune, era su favorito después de todo.

—Ven, Bastian— pidió en cuanto terminaron.

Y luego los tres caminaron hasta la banca ubicada en el frente de la cabaña, supuso que era momento de que sus hijos conocieran algo de lo que podía hacer, quizá no lo entenderían, pero no iba a permitir que su pequeña perdiera aquello que, en ese momento, mas amaba. Así que sentó a la niña junto a Bastian y tomó entre sus manos los trozos antes recogidos.

—Perdón, papá— su voz salió quebrada, y vio como los ojos de Lune volvían a llenarse de lágrimas; Bastian, sin decir nada, tomó su mano — Solo quería ver su magia.

No estaba molesto, no podía controlar la curiosidad de un niño y tarde o temprano alguno acabaría por tomar eso y comprobar su funcionamiento, lo entendía, porque era algo que sucedía con frecuencia en su hogar, y estaba seguro que en el de muchos pasaba exactamente lo mismo. Todos, pequeños y grandes, sienten esa necesidad de tener entre sus dedos lo que a su mente le parece interesante o misterioso, era lo mismo, peor aún con aquellas cosas que saben que son prohibidas, ahí es donde su cabeza grita con más insistencia que debe ser suyo, o por lo menos, saciar ese capricho. Una vez hecho, un nuevo deseo aparece, y la misma necesidad vuelve a crecer, no desaparece, solo evoluciona.

Por eso no sentía enojo, además, él lo arreglaría, las veces que ellos lo requieran, porque le duele ver tristeza en los rostros de sus hijos, y su corazón se aprieta al verlos en ese estado, no debería, fue un accidente, sin embargo, los sollozos de Lune y la mirada apenada de Bastian hacen eco en su cabeza y lo llevan a prometerse a sí mismo que dará todo lo que tiene para aliviar el dolor de sus pequeños en caso de que no llegue a tiempo para evitarlo, él sabe que aunque quisiera alejarlos del peligro, no siempre podrá hacerlo, no podrá salvarlos antes de que lo que debe suceder, suceda, pero si está en sus manos sellar una herida lo hará, porque los ama más que nada en el mundo, y los quiere ver bien.

The Raeken Dunbar /// Heartbeats secuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora