Capítulo 8.

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Visiones.

Me encanta saber que mi madre tenía tanta creatividad en ella como para crear Archangelis, no he terminado de leer el libro ya que son las 8 de la mañana, Cristian no ha llegado desde que se fue en la madrugada, no tengo ninguna idea de dónde pudo haber ido, me visto con toda la pereza del mundo y me arreglo, veo que en la cama hay varias plumas, lo primero que llega a mi cabeza es meter esas plumas en mi mochila e irme de ahí tan pronto arregle la cama.

Llego a mi habitación con la intención de leer un rato Archangelis antes de que tenga la primera clase del día, pero recuerdo que le dije a mi tía que iría a verla hoy, dejo mis cosas en la cama y caminó hacia su oficina. Tocó dos veces a la puerta pero no recibo respuesta, tocó otra vez y abre mi Tía un poco enojada, la saludo pero ella se adentra más a la oficina.

- Pero no puedes tratarlos así, Belmont! son estudiantes, si habrás estudiado psicología creo que el trato a tus pacientes es lo más básico! - exclama mi tía al tipo de la comisaría, al que le hice no sé qué cosa para que cambiara su forma de pensar «así que se llama Belmont» en mi interior y bien al fondo, pienso que es muy guapo, infinitamente atractivo y supremamente sexy. Casi como Remiel, pero la diferencia es que siento que Belmont es más orgulloso y tiene un aire de inferioridad que me estresa, por otro lado Remiel es más tranquilo y es sobreprotector, un poco más romántico.

-¿Me estás comparando con un simple Arcangel? - impactada por el comentario hombril en mi cabeza, veo que Belmont me esta viendo, tocandose la poca barba que hay en su barbilla, con unos ojos rojos intensos que buscan mi mirada, mi tía lo está viendo y le está hablando como si no viera lo mismo que estoy viendo, sus ojos rojos.

- Pero bueno, espero que en ese viaje de negocios aprendas del trato a la gente - ella me ve y lo ve a él - ah por cierto, ella es mi sobrina.. - antes de que ella me nombre, Belmont la interrumpe.

- Amelia D'angelo, he escuchado mucho de ti - el me agarra la mano para darle un beso, pone sus labios en mi mano y me observa mientras lo hace, vuelvo a ver sus ojos rojos pero hay una parte amarilla en ellos, siento que me quema su beso, pero no es fuerte el dolor, incluso llega a ser una ilusión, ya que no encuentro roja esa zona.

- Mucho gusto... - él ve que me quedo con la palabra en la boca.

- Belmont Luciferum, me reconocen más por mi apodo jaja - el entra a una oficina dejándonos solas.

- Que muchacho tan guapo pero muy mujeriego, menos mal a ti no te gustan los engreidos.

- Jajaja si, ya cai en las garras de uno de ellos - se rie incomoda Ama, seguimos hablando después de un silencio incomodo, temas de la universidad, chicos que me gusten, como es la gente, las clases y mis amistades, salen a flote en la conversacion asi pasando unas horas.

- Dejame ir por unos papeles y ya vuelvo - dice Ama saliendo de la sala, detallo la habitación y es sencilla, algunas pinturas renacentistas reconocidas, dos sofás y una silla del mismo estilo, una pequeña mesa central, dos puertas «que linda habitacion» pienso. Veo la puerta en la que entró Belmont y el sale.

- Al fin solos.

- Si... Realmente no se de donde sacas tanta confianza - observó cómo él se acerca a mí con paso firme, yo retrocedo hasta toparme con la pared, él pone los brazos a las costados de mi cabeza sintiéndome atrapada.

- Que.. ¿Qué estás haciendo Belmont? - él se acerca a mi, detalla mis ojos buscando algo en ellos.

- Afable y Pérfido, extraña combinación - el se acerca más a mi, siento el calor de su pecho, me agarra de la cintura atrayéndome a él, su tacto quema pero no termina de doler del todo.

Seres Afables©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora