Everett n Zaid

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La reunión se había prolongado, Everett miraba su reloj de vez en cuando, de hecho, habían tenido que mudarse de un restaurante a un bar, no estaba bebiendo absolutamente nada, claro que había ordenado algo pero no lo probó, solo se paseaba con la bebida de un lado a otro uniéndoseles a sus acompañantes, necesitaba cerrar el trato y en definitiva si implicaba llegar un poco mas tarde a casa de lo planeado entonces lo haría. No estaba consciente de lo que implicaba estar allí, era un lugar bastante conocido por tráfico de muchos tipos, sin embargo, él no lo sabía, daba un aspecto bastante normal en realidad, como cualquier otro.

Alguien se le acercó, de hecho era la primera vez, que notaba con el rabillo del ojo, que algo estaba pasando ¿o es que se había vuelto paranoico? Ya no estaba seguro de nada.

—Hola. ¿Bebes otra cosa? Yo invito.

Everett arqueó la ceja, definitivamente estaba acostumbrado a eso, por lo que tampoco le sería difícil rechazarlo con amabilidad, así que sonrió de manera encantadora.

—No, pero muchas gracias. Estoy a nada de irme.
—Venga, solo una copa, una charla y luego vemos que pasa. —Everett sonrió y negó con la cabeza, sostuvo en lo alto su vaso mientras un tintineo se provocaba al rozar este con su anillo de compromiso.
—De verdad no creo que a mi esposo le agrade la idea.
—No me gusta que me rechacen.

Everett comenzaba a enojarse, su rostro había cambiado de un momento a otro, se estaba alterando.

—Bueno, pues a mi no me gusta q...

Sintió un brazo alrededor de él, se alarmó, estaba seguro que se había puesto mas blanco que el papel.

—¿Todo bien, cariño? —Dijo una voz irritablemente familiar. Se giró para mirarlo y preguntarle que carajo estaba haciendo allí pero Zaid le sonreía.— No me digas que estabas tratando de ligar con él. No está disponible. —Añadió antes de que pudiera replicar algo más.

El desconocido los miraba de forma indescifrable, se puso de pie y se retiró, Everett se sacudió y Zaid lo soltó, sus ojos eran acusadores, Everett abrió la boca pero entonces su asistente se acercó.

—Listo. Firmaron. Ah vaya... hola. —Dijo ella observando a Zaid— ¿Es amigo suyo?
—Casi. —Respondió Zaid bebiendo la copa que Everett no había tomado en toda la noche.— Que asco.

Everett puso los ojos en blanco antes de tomar la carpeta que le entregaba la joven quién parecía fascinada por el aspecto despreocupado de Zaid quien estaba demasiado absorto jugando con los hielos como para notarlo.

—Gracias, Sam, eso es todo. Nos vemos mañana. —La chica asintió, hizo un ademán de despedida con la mano a Zaid quién también correspondió con un asentimiento de cabeza— nos vemos.
—Si, claro. —Dijo el otro dejando el vaso sobre la barra.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Everett— ¿Y qué fue todo eso?
—Vámonos. —Respondió Zaid.
—No. ¿Quién te crees que eres para decirme...? ¿Estás escuchándome? —Zaid miraba mas allá de él, quiso girarse pero le asustaba lo que podría ver.
—Mierda... Everett o mueves tu trasero o te obligo a ello. MUE-VE-TE. —Dejó un billete sobre la barra para pagar el trago.

Entonces se puso de pie, sintió la mano ajena sobre su hombro que lo empujaba y conducía hacia la salida, pasando por la pista de baile y por la multitud sudorosa que parecía completamente ajena a todo.

—No te detengas ¿oíste? ¿Dónde está tu auto?
—En el estacionamiento ¿Dónde más va a estar?
—Bueno, bueno, tampoco te pongas histérico.

Se detuvo en la salida, el frío nocturno le golpeó la cara casi de inmediato. El Valet Parking le pidió su ficha y Everett la buscó en sus pantalones, también en el abrigo mientras escuchaba a Zaid hablar por teléfono.

Meenwood: The Little BirdsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora