Capítulo 3

903 74 36
                                    


La habitación que Christopher tenía a su nombre en ese hotel era amplia y espaciosa, con una preciosa cama bien hecha con sábanas de seda, un aterciopelado sofá con una pequeña mesa de cristal en donde había varias botellas del caro champán Dom Pérignon Rosé Gold y un gran ventanal desde el que se veía a la perfección gran parte de la ciudad desde una perspectiva impresionante.

—Es mi primer trío con mujeres —confesó la rubia, Christopher estaba demasiado ocupado llenando la copas de champán, por lo que iba a aprovechar para entablar conversación con ellas.

—¡También el mío! —expresó Danna, sonriente y emocionada de no ser la única inexperta en el tema.

—Entonces estamos las tres iguales —canturreó la pelinegra—. Esperemos que de esto salga algo bueno.

Fue el momento de sonreír de Cyara, se remojó los labios sin importarle el pintalabios que llevaba puesto y les regaló una de sus típicas sonrisas malévolas, de esas que contrastaban con su angelical rostro.

—Chicas unidas para darse los mejores orgasmos de sus vidas —alzó la copa que Christopher acababa de dejar en su mano, ellas rieron por la oración y la imitaron, chocando ligeramente las copas y brindando por ello.

—Oh, mierda, esto tiene un sabor exquisito —halagó Danna, degustó en su paladar y remojando sus labios para volver a saborearlo como si fuera una catadora profesional.

—Quizá en la boca de alguien sepa mucho mejor —opinó Haise, inclinándose hacia ella y probándolo de sus labios.

Cyara sintió una corriente correr por su cuerpo, no podía ser normal que verlas besándose de esa forma poniendo la excusa del champán la pusieran tan cachonda, ¿o si?

Vació la copa en su boca, tragando todo de una pasada y acto seguido la dejó en la mesa, Christopher la observó con diversión al notarla tan nerviosa y le hizo señas para que se calmara y dejara que las cosas fluyeran a su ritmo. Intentaba disimularlo y vaya que se le daba bien porque no se notó para nada que estaba nerviosa cuando se acercó a Haise y le besó los hombros, aprovechando que su vestido llevaba un escote palabra de honor. Ambas mujeres dejaron también sus copas a un lado para centrarse por completo en la acción.

—¿Puedo? —preguntó Cyara, bajando sus besos por su espalda y llegando a la cremallera de su vestido.

—Te estás tardando en hacerlo, Cy —indicó, la lujuria era más que notable en su voz.

La rubia no se lo pensó dos veces y bajó la cremallera para después quitarle el vestido, dejándola únicamente en ropa interior. Soltó un gutural sonido de aprobación, lo que sus ojos veían le gustaba y sabía que le gustaría más lo que no estaba a la vista. La pelinegra le sonrió con picardía y atacó su boca, el incontenible beso no hizo más que subir la temperatura en la habitación.

—Deberíamos de desnudar a Danna, ¿No crees? —la pregunta sonó indecente, haciéndola reír.

—Si, creo que si —aceptó.

La castaña les brindó una sonrisa coqueta antes de dejarse llevar por la suaves y cálidas manos de sus amantes. Sus prendas no tardaron demasiado en yacer en el suelo, al igual que la ropa interior de Haise. Cyara las miró, primero a una y después a otra, sin saber a cual quería comerse primero. Lo que no sabía es que eran ellas las que planeaban comerla.

—Este vestido es precioso —suspiró Danna, tocando la tela de dicha prenda—, seguro que en el piso quedará todavía mejor que en tu cuerpo.

—No tengo dudas —apoyó Haise, ayudándola a deshacerse del hermoso vestido que la rubia llevaba puesto. No llevaba sostén, por lo que quedó únicamente con unas finas bragas de color negro cubriendo su cuerpo—. Mira que belleza...

Clara realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora