7:30 de la mañana, después de haber dormido tan solo cuatro horas ya estoy en pie deseando que hoy no haya tanto trabajo en el bar o que al menos Flavio esté al cien por cien y pueda venir a trabajar, sino caeré rendido encima de algún café o copa que sirva. Recorro las calles de Santiago rumbo a casa de Julia antes de que se levante. Sé que espera mi desayuno, sé que espera que la sorprenda ya que siempre que se enfada lo hago para que me perdone, siempre me arrastro cosa que ella no hace. Ella siempre saca su orgullo, nunca es capaz de pedir perdón cuando ella tiene culpa de los enfados, para ella su actitud siempre es la correcta y la perfecta.
Saco del bolsillo las llaves que tengo de casa de mi novia, abro la puerta intentando hacer el menor ruido posible. No quiero que se entere hasta que lo tenga todo preparado. Pongo el mantel en la mesa del comedor y en un jarrón pongo una rosa que llevo en la bolsa, cojo las tostadas y las unto con mantequilla y mermelada de fresa, corto las naranjas y las exprimo con el exprimidor. Desayuno listo, tostadas con mermelada y zumo de naranja. Hoy es el día que menos me lo he currado, no tengo ganas y noto que lo estoy haciendo por obligación a parte de que el sueño cada vez se está apoderando más de mí, pero si no lo hacía la hubiera tenido de morros una semana entera insistiéndome cada día que yo tengo la culpa de que ella esté de mal humor. Entro en su habitación para despertarla y la encuentro completamente dormida, al margen de mi presencia en su casa.
-Julia, despierta-le digo con un susurro y acariciándole el pelo. A ella le guste que le despierte así, con susurros y tocándole el pelo. Se remueve en la cama pero sigue sin abrir los ojos, hacerse la remolona le encanta- Venga despierta, tienes el desayuno preparado- le digo esta vez dejándole un breve beso en los labios.
-¿Has venido a prepararme el desayuno?- Se hace la sorprendida cuando en verdad sé que es lo que se esperaba y lo que quería, tampoco tenía otra opción.
-¿Tenía alternativa alguna?- Niega con la cabeza, afirmándome que ya se lo esperaba desde anoche cuando con su leído en el mensaje me dio a entender que se había enfadado.
-Voy al baño, espérame en el salón que tenemos que hablar- Sus "tenemos que hablar" siempre me asustan y me dan pereza a la vez porque sé como terminan, con un perdón de mi parte y un "que no se vuelva a repetir" por su parte. Me siento en el sofá y miro el móvil, no sé i buscando que alguien me haya hablado que necesita mi ayuda o buscando alguna excusa para poder salir de aquí y no tener que hablar de nuevo de lo mismo, ella diciéndome que tenemos que estar siempre juntos y que no le gusta la idea de que decida no venir a dormir. Mi móvil vibra y parece que Flavio me haya leído la mente.
-Hugo, aún no me encuentro bien del todo ¿puedes ir a abrir tu para los desayunos? Samantha vendrá a cantar esta noche y ahora por la mañana vendrá a ensayar. Ayúdala con todo lo que necesite, a la noche vendré yo también- Me hace gracia la rapidez con la que ha gestionado que la rubia pueda venir a cantar, se lo dije ayer cuando llegué ya que se despertó y hoy ya viene a cantar. Cuando le interesa corre lo que no está escrito.
-Está bien, ya voy. No sufras te la cuidaré 😉- Cierro el WhatsApp y en ese mismo momento Julia aparece por la puerta del comedor dispuesta ha hablar, pero no será así, tengo que ir a trabajar.
-Julia, me tengo que ir a trabajar, Flavio no se encuentra bien.
-¿Y cuándo hablaremos?
-No lo sé, si quieres a la noche nos vemos ¿Vale?. Pásate a tomar algo si quieres.
-Está bien, vendré.
-Te quiero- le dejo otro suave beso en sus labios y salgo por la puerta.
La mañana en el bar pasa como tenía asumido que sería, todas las mesas llenas con gente pidiendo cafés con leche, tostadas o croissants. Como ayer he tenido que encargarme yo de todas las mesas, la gente estaba en mi misma situación, repletas de sueño. Mientras corría arriba y abajo con la bandeja llena Samantha reclamaba mi atención, quiere tenerlo todo perfectamente preparado, quiere afinar todas las notas que canta para sorprender a Flavio, quiere interpretarlo todo al dedillo y dejarlo todo a la perfección.
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Te encontraré
Novela Juvenil-Nunca me voy a olvidar de ti y si te vas cada día volveré aquí por si algún día vuelves puedas encontrarme. Y, si no lo haces, te encontraré. -¿Me lo prometes? -Te lo prometo Desde pequeño tienes una promesa con tu amiga de la infancia, ella se va...