Capítulo 1

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Les voy a contar un poco de mi vida antes y después de que conociera a Mikey y Baji.

Yo era una niña de apenas 8 años que vivía en Reino Unido y para serles sincera mi único apoyo era Arthur, el mayordomo. Tenía mucha pinta de ser mayordomo; vestía elegante, el cabello castaño siempre perfectamente peinado, alto, delgado, y ojos de color verde. Él actuaba como si fuera mi hermano mayor y no mentía al decirlo, él apenas había cumplido la mayoría de edad cuando entró a trabajar para mamá y yo tenía 5 años.

Mi mamá y yo teníamos una buena relación, aunque a veces discutiéramos o no nos viéramos debido al trabajo que ella tenía. Ella era bonita, tenía ojos de color gris brillantes y cálidos, cabello rubio, medio largo que peinaba de diferentes maneras, casi igual que el mío, la única diferencia es que el mío era un poco más oscuro, piernas algo largas y no era tan delgada, pero se veía muy bien, siempre fue así.

Nosotras teníamos mucho dinero y como el apellido Relish ya no existía en Inglaterra, teníamos más "privilegios".

Pasé mi vida bastante bien en el país hasta que mamá dijo que debíamos mudarnos a Japón por motivos de su trabajo, lo bueno de todo era que podía comunicarme con las personas por los estudios que mi mamá me había dado.

No tengo padre, o sea no solo mi mamá me hizo, me refiero a que mi padre había fallecido en un accidente cuando tenía meses de nacida, según mamá era muy apuesto; cabello negro, muy alto, derretía a cualquiera que lo viera, por eso es por lo que menciono que no tengo padre y a mamá no le gustó la idea de buscar otro hombre, por mi parte entendía la postura de mi madre y cuando llegó Arthur a nuestras vidas se volvió de la familia.

Para cuando llegué a Tokio era una completa desconocida, la casa era grande, no tanto como la que teníamos en el otro país, como fuera que pasaban las cosas estaba feliz por poder mudarme, además esperaba que fuera por mucho tiempo. Mis vecinos eran amigables, algunos otros ni siquiera notaban mi presencia y era entendible ya que no era más que una niña muy insignificante en sus vidas. A la vez me sentía sola por tener que rehacer amigos, conocidos, ir a una nueva escuela y todo eso.

Un día caminando por las calles junto a Arthur escuché como niños gritaban desde dentro de una casa y como golpeaban contra algo.

—Arthur, ¿podemos ver? —puse cara de perrito para que fuera más fácil convencerlo.

—No pongas esa cara, sabes que sí —corrí lo más rápido que pude hasta llegar.

—¡Pueden descansar! —gritó un señor mayor con bigote.

Esperé unos minutos para que llegara mi acompañante y ahí vi a alguien asombroso, un niño como de mi edad dando una patada enorme y con bastante fuerza a lo que yo percibí, también había una chica ahí y otro chico, al menos fueron los que llamaron mi atención.

—______ pensé que iba a perderte, te grité para que detuvieras y pudiéramos entrar juntos —puse cara de no entender porque nunca escuché los supuestos gritos.

—Buenas tardes —saludó el mayor que había detenido las clases, inclinándose y nosotros regresamos el saludo—. ¿Puedo darles informes?

Sonreí porque sinceramente sí quería estar en esas clases solo por esos dos chicos que vi.

—Sí, Arthur, por favor, esto me podría servir para mantener mi salud y para distraerme, además mamá dijo que podía hacer cualquier deporte —contesté—. Por favor ve con el señor y presta atención para lo que necesitaré.

Como dije, ellos se fueron dejándome, sintiendo las miradas de alguien. Para cuando me di la vuelta, hasta la chica que llamó mi atención me veía con curiosidad.

Todo termina igual//Chifuyu y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora