LOKI || SYLVIE & LOKI || IF I TELL THE TRUTH || MARVEL

Todo

Estaban dentro de la camioneta, frente a su casa y ella no se atrevía a abrir la puerta y salir del auto. Sylvie quería decir algo, tenía que hacerlo. Los dos, en completo silencio hasta que el teléfono de ella sonó, contestó porque no había cosa que pudiera detenerla.

—¿Mamá? —dijo.

—¿Entrarás a casa o te quedarás ahí sentada otros treinta minutos?

Sylvie miró hacia la ventana de su casa, su madre miraba desde el balcón, detrás de la cortina.

—Lo siento, voy enseguida —colgó.

Abrió la puerta, Loki la detuvo sosteniendo su hombro.

—Sylvie... —gimió su nombre.

Tenía la respiración acelerada. Ella lo miró y colocó una mano en su rostro. Entró en su mente.

Nada, ni un solo recuerdo de lo que había pasado en la ciudadela aquella noche.

—Mi madre está mirando desde la ventana.

—Claro, lo siento— él se alejó cuidadosamente.

Sin embargo, ella se acercó una vez más y lo besó fugazmente.

—Adiós.

Sonrió.

—Adiós.

Corrió hasta la puerta de su casa, cuando entró, su madre la recibió con una mirada pícara y las manos en las caderas.

—¿Ya es tu novio? —preguntó.

Sylvie se sonrojó.

—Mamá...

—Solo digo...—alzó las cejas— que si quieres pasar la noche fuera de casa...

—¡Mamá!

—Lo digo porque ese muchacho sigue en la calle.

Sylvie miró por la ventana, él seguía ahí.

—No —respondió—, me iré a dormir.

Subió las escaleras, entró a su habitación y se lanzó a su cama, miraba el techo. Recordaba el beso y le encantaba la sensación de que habría más, estaba segura.

No sabía cuánto tiempo se había quedado en esa posición, pero se paralizó al escuchar un golpe en su ventana, corrió a mirar, ahí estaba Loki lanzando pequeñas piedras.

Ella abrió.

—Vete a casa —dijo.

—¿Enserio quieres que me vaya? —preguntó Loki, tenía las manos llenas de piedras.

Sylvie miró ambos lados de la calle, estaba vacío.

—Abriré la puerta.

—No, tus padres me matarán.

Loki se acercó y comenzó a subir hasta llegar a su ventana. Cuando estuvo frente a ella, se quedó en el umbral.

—¿Qué quieres? —gruñó ella.

—Quería verte...

—Tienes más de treinta años, no es necesario que nos comportemos como adolescentes.

Saltó al interior de su habitación. Ella se quedó paralizada, miró como cerró la ventana, después se dirigió a la puerta y colocó el seguro.

—Mis padres duermen abajo —advirtió Sylvie.

—Solo me quedaré un momento —sonrió.

<<No sonrías, no esa estúpida sonrisa>>, pensó ella.