Cap.7: ¿Dónde Estás?, ¿Estás En Casa? (Peter x Deucalion)

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Finalmente era el gran día y no había nada más en la faz de la Tierra que pudiese emocionarme. Había sido un largo camino y no esperaba nada más que llegar a casa, tirar mis cosas al piso y correr a abrazarla.

Fui de ida y vuelta al infierno tantas veces que había perdido la cuenta de todas ellas, era mi momento de tocar el cielo y no anhelaba nada más que ver sos ojos marrones y su hermosa sonrisa, lo hacía todo por ella, por hacerla feliz, por mantenerla segura y la primera vez que mis ojos la vieron supe que esa sería mi misión toda la vida, protegerla a toda costa de todo aquello que le hiciera daño y por fin lo haría a tiempo completo, me encargaría de conocer cada cosa nueva desde la última vez que hablé con ella, de saber que pasaba por su cabeza, de quererla como debí hacerlo desde el inicio. Estaba tan nervioso, ansioso, me había enfrentado a las peores situaciones y a los momentos más estresantes pero no sabía como enfrentarme a esto.

— Jamás había visto a alguien tan emocionado desde hace mucho tiempo — se acercó un simpático latino a la par mía.

— ¿Qué puedo decir teniente McCall?, estoy contento pero no crea que no voy a extrañar este lugar — dije viendo los alrededores de la base militar.

— Sus servicios siempre fueron destacables capitán Hale, la falta de su presencia será muy obvia en tres meses cuando regresemos.

— Y es comprensible teniente pero tengo cosas de las cuales me gustaría encargarme a tiempo completo a partir de ahora.

— Entiendo el sentimiento… — las palabras de McCall se vieron interrumpidas cuando un castaño de ojos azules se acercó a nosotros.

— Señor, el transporte está listo — habló.

— Muchas gracias Dunbar, puedes retirarte — dijo para ver al chico alejarse — Hora de irnos — dijo sonriendo.

— Por supuesto señor — respondí.

Estaba a pocas horas de llegar a casa finalmente, estaba a pocas horas de saber que era la verdadera felicidad nuevamente, sería un camino largo en uno de los camiones de la base pero la tardanza valdría la pena si eso significaba volver a ver su rostro sonriente. Había pasado por mucho los últimos meses, esta vez casi un escuadrón completo fue masacrado en una operación encubierto en Bagdad, pude haber sido yo, pudo haber sido mi escuadrón pero McCall nos había asignado una misión diferente en aquella ocasión, amaba lo que hacía, pasé desde ser un recluta hasta ser un capitán con nada más que mi propio esfuerzo pero ahora era momento de hacerme cargo de otros asuntos que requerían mi total atención.

Odiaba los viajes largos pero debía saber en lo que me metía, ver kilómetros de desierto no era lo más reconfortante pero el infernal calor me daba cierto comfort ya que siempre había odiado el frío y hasta cierto punto el calor me hacía recordar que estaba vivo, desde pequeño mi familia acostumbró vivir en un pequeño pueblo de California llamado Beacon Hills y yo no pensaba ser tan diferente a ellos, amaba ese lugar y todo lo que me motivaba a volver ahí estaba en la foto que sostenía en mis dedos, verla tan sonriente, tan inocente y tan hermosa era lo que hacía a mi alma volver con todas las fuerzas que tenía. Cada que la recordaba olvidaba que estaba en un peligroso campo de batalla o en una misión  encubierta suicida, cada que recordaba su rostro parecía reunir la fuerza suficiente para combatir todo lo malo en el mundo y el universo entero.

— Es hermosa — dijo McCall quien se había movido de lugar para estar junto a mí — ¿Es tu hija?

— Si — sonreí aún con los ojos puestos en la foto — Su nombre es Malia.

— Es una bebé muy hermosa, a puesto a que ella y su madre se pondrán felices cuando te vean de regreso.

— Su madre murió en el parto, Malia tiene diez años ahora — dije nostálgico.

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