No he dormido nada en días
Ha pasado tanto tiempo desde que hablamos
He estado aqui muchas veces
Simplemente no sé qué estoy haciendo mal..
Afuera está lloviendo y está oscuro. El reloj mostraba que eran las 7 pm y la casa parecía vacía sin luces encendidas. Pero haibara no se molestaba en intentar mover su cuerpo más lejos de su habitación esa fría noche. Todo lo que hizo fue ponerse la manta más calida para calentar su pequeña figura en la cama. Había estado allí mucho antes de que se pusiera el sol y no le importaría mucho cuánto tiempo se quedaría allí, simplemente sin hacer nada.
Sin embargo, su habitación no es demasiado oscura, los relámpagos brillaban entre la lluvia y traían algo de brillo a veces. Ella miró fijamente a la ventana, pero sus ojos estaban en blanco. Su mente viajó de un lugar a otro durante bastante tiempo. Primero vio sus días de tortura en la organización, luego cambió a la sonrisa de su hermana y luego a la cara de Gin. En un abrir y cerrar de ojos todo se centró en sus días en su nueva escuela, sus amigos, su nueva vida y él.
Los pensamientos sobre esa persona habían hecho que su estómago se sacudiera por un breve segundo.
Miró a través de su ventana para ver una foto de sus mejores amigo, Su ojos se entrecerraron porque es difícil ver a través de la lluvia. Esa noche no hay estrellas, pero ella sonrió. Cómo pensar en él le recordaba a las estrellas, porque ambos compartían la misma belleza y.. distancia.
Ambos eran imposibles de alcanzar.
¿Qué puedo hacer para que me ames?
Planeaba saltarse la cena y quería simplemente cerrar los ojos y quedarse dormida, pero aún no tenía sueño. Ella suspiró.
Escuchó que alguien llegaba a la casa, escucho la puerta principal abrirse y la lámpara de la sala de estar estaba encendida. Pero ella se quedó quieta, apretó el abrazo de su almohada. Alguien iba a arruinar su perfecto momento de melancolía y no le gustó.
"Haibara, ¿estás ahí?" gritó cierto chico desde fuera de su habitación. La casa estaba ahora iluminada de nuevo.
"Está dormida", murmuró ella entre su almohada.
"¿Qué? Pensé que la gente no habla mientras duerme", respondió el niño, "y… ¿qué hora son las 8 pm? No dormirás a las 8 pm, Haibara".
La niña no respondió y el niño tampoco dijo nada más. La lluvia era todo lo que podían oír.
"¿No has comido todavía?" preguntó el chico de nuevo.
"Probablemente, pero no posiblemente", dijo la chica con pereza. Escuchó al niño suspirar.
"Vamos, te prepararé la cena", dijo el chico con una voz repentina y gentil, "pronto estará lista, así que será mejor que salgas".
Escuchó pasos que se desvanecían y se le ocurrió ignorarlo y continuar con su acto de dormir. Probablemente se rendiría y decidiría dejarla en paz y darle algo de tiempo para ella. Pero sabía que no habría ninguna posibilidad, así que obedeció perezosamente y salió de su habitación por primera vez esa noche, con la almohada en las manos.
