Tiene dieciséis años de nuevo y no se da cuenta cuando se apresura a entrar en las ruinas de lo que solía ser la casa del Profesor Agasa, gritando el nombre del anciano mientras atraviesa un pasillo medio enterrado bajo los escombros dejados por la explosión, la explosión que se pretendía. matarla, ella sabe.. la explosión que atrapó al profesor en su lugar.
Su mundo se derrumba junto con el edificio, pero ella se niega a quedarse quieta y verlo arder.
La voz de Shinichi se difumina con el sonido de los escombros crujiendo bajo sus pasos temblorosos, la fuerte lluvia golpeando el resbaladizo camino de humo y destrucción.
“ ¡Haibara! El detective se las arregla para agarrarla del brazo, alejándola de las ruinas que se derrumban y apretándola contra sí mismo para evitar que se deslice hacia su propia muerte.
"Déjame ir , ¡todavía está dentro! ”La científica frenético chilla. Sus uñas se clavan en la chaqueta empapada por la lluvia de Shinichi, empujándolo lejos, los tacones cavando y resbalando sobre la grava desigual dejada por el impacto. Pero el abrazo de Shinichi permanece implacable mientras prácticamente la arrastra hacia un lugar seguro.
"Él no está aquí - ¡Haibara!" Está inquieta, hiperconcentrada. Sus ojos atraídos por la tragedia como una polilla a la llama, no parece escuchar lo que dice. Él ahueca su rostro con manos firmes, obligándola a redirigir su mirada hacia él.
" Escuchame, ¡ El Profesor no está aquí!.
"¿Qué?" Un sollozo roto escapa de sus labios y se calla, perpleja pero esperanzada.
" Está en el hospital. El resc..
Shiho se aferra a su solapa, la desesperación hace que su voz sea un graznido, “ Llévame allí. "
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Se clava a sí misma en la ventana de UCI [Unidad de cuidados intensivos]
durante los días siguientes, ignorando a Shinichi y las enfermeras que van y vienen a su alrededor, sordos a sus súplicas para que se vaya a casa o coma algo..lo que sea .
Al amanecer del tercer día, un médico severo llega y la echa, diciéndole que regrese cuando esté en un estado lo suficientemente bueno como para que se le confíe la tarea de cuidar a su paciente después de que lo hayan dado de alta en una sala de recuperación. Se aferra a la promesa implícita del médico y accede a sentarse en la sala de espera general, para luego ser arrastrada con éxito por Shinichi a la cafetería por un sándwich y un cartón de leche que tarda demasiado en terminar.
El profesor está medio consciente cuando lo llevan a su sala de recuperación unos días después, y Shiho lo calla cuando intenta hacer un mal juego de palabras para aliviar la situación. El anciano obedece, cierra los ojos y vuelve a caer en un sueño pacífico al ritmo inquietante del ECG [Electrocardiograma]
Durante mucho tiempo, los ojos de Shiho nunca abandonaron el monitor.
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Shinichi corre hacia el jardín de la azotea, atravesando el laberinto de vegetación para encontrarse con ella junto a la valla de vidrio, donde ella había estado mirando silenciosamente la ciudad bajo la luz crepuscular.
