One Shot - Nieve

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El invierno había llamado a las puertas de Beika, una gran ciudad situada a las cercanías de Tokio (la gran capital del archipiélago japonés) y envuelta en un halo de misterio, para cubrir de blanco sus calles, enfriar los escaparates y semáforos, colmar los centros comerciales cafeterías, supermercados,- de personas que buscaban desesperadamente entrar en calor. Asimismo, las pulcras calles se veía de parejas enamoradas que paseaban agarrados tímidamente de la mano, o abrazados con sutiliza para evitar llamar la atención.

Conan caminaba ensimismado mientras veía caer del cielo diminutos copos de nieve. Con la mirada perdida en las nubes grises, el chico comenzó a indagar en sus emociones para entender qué diantres le estaba sucediendo en los últimos meses. Sin que él se diera cuenta, sus mejillas comenzaban a arder y a enrojecerse cuando veía, escuchaba, o sentía el tacto de aquella científica que en su momento tachó de intrusa, pero, a lo largo del tiempo, se había convertido en la mejor compañera que jamás pudo tener a su lado. Su tez pálida cuya suavidad envidiaría las diosas griegas, su cabello rojizo que desprendía olor a jazmín, orquídea y otras flores, aquellos pequeños labios que se movían con rapidez al hablar (o al meterse y burlarse de él cuando tenía oportunidad), lo desconcertaba y volvía loco. Se cubrió con sus congeladas manos el rostro, que sentía arder tras pararse a pensar en ella, maldiciéndose por ser incapaz de controlar los latidos acelerados de su corazón. Presionó sus mejillas, pellizcándoselas, para despertarse de aquel ensimismamiento y apartar la imagen de aquella chica de su mente, siendo en vano.

_ ¡Mami, mami, está rojo! -escucho gritar a un niño-.

Conan bajó el rostro instintivamente, dejó de apreciar la caída de los copos para hacerlo con el pavimento que pisaba, pensando que aquel muchacho se había fijado en el rubor de sus mejillas. Se atrevió a mirar hacia el lado donde aquel niño había gritado (y continuaba haciéndolo), dándose cuenta de que se refería a las luces de neón de una cafetería cuyo color cambiaba cada cierto tiempo. Conan suspiró aliviado, y se marchó del lugar acelerando el paso.

Había quedado en casa del profesor Agasa para que le reparara sus zapatillas (que últimamente andaba golpeando con menos impulso), y aquello lo preocupaba por si tendría que ver a Haibara (esa chica sarcástica de corazón gélido, aunque en el fondo ocultaba su lado más cálido para aquellos privilegiados) porque no sabría cómo reaccionar ante ella. Sus mejillas se volvieron a encender cuando se le cruzó en la memoria el vago recuerdo de aquella escena en la estación del tren: aquel momento en el que él corrió aterrado para encontrarla, pensado que ella tenía planeado marcharse y no volver jamás. Fue entonces cuando se fijó en sus claros ojos que imploraban fuerza en aquel momento de debilidad y su hilo de voz, al preguntarle si la protegería, había enternecido su alma y penetrado en lo más profundo de él.

Cuando finalmente llegó, con los ojitos cristalinos, su piel morena radiante y congelada, su nariz puntiaguda sonrosada por el frío y aquella bufanda hecha a manos de Ran enroscada en su cuello, tapándole la boca, respiró hondo antes de atreverse a tocar el timbre. Aquella imagen vulnerable de sí mismo lo fastidiaba ¡El mayor de los detectives estaba temblando y era incapaz de tocar un mísero timbre! Volvió a respirar hondo, sintiendo cómo el viento invernal se infiltraba por su boca para clavarse en sus pulmones. Se llevó una mano al pecho, donde su corazón se estaba preparando para escaparse de su cuerpo, y con la otra tocó el timbre.

Ding, dong

Por suerte o desgracia, la persona que él menos esperaba ver en aquel momento le había abierto la puerta. Haibara se encontraba delante de él, mirándolo con su típico rostro indiferente y cubierta en una cálida manta. Ella lo observó de arriba abajo, fijándose en aquella nueva bufanda que él traía. Mientras hacía ademán de dejarlo entrar en casa, lo miró burlesca.

(Detective Conan) - One Shot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora