𝐃𝐢𝐟𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭 «𝓔𝓷𝓸𝓬𝓱 𝓞'𝓒𝓸𝓷𝓷𝓸𝓻»

𝐒𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬

☕︎𝐀𝐦𝐞𝐥𝐢𝐚☕︎

¿Cuántos años han pasado?

Muchos.

¿Que paso con Mark?

Asta la fecha aún nos enviamos cartas cada semana. Ha venido para vacaciones con su mamá. Así que si nos hemos visto. Y tiene novio. Se llama Liam, y es increíblemente amable. Mark lo ha invitado a las vacaciones con su mamá. Y aunque (según me dice Mark) su mamá no se lo tomo muy bien, si los apoyo

Al fin algo que hace bien esa vieja de pacotilla

¿Y que paso con Enoch?

Ahora somos amigos que se besan. O algo así.

–¡Amelia si no te levantas ahora mismo...! –Enoch entro a mi cuarto de golpe, prendiendo luces

Me cruzo de brazos y levantó las cejas. El me mira sorprendido

–¿Que decias, O'Connor? –sonrio con sarcasmo y prosigo a ponerme los zapatos. Enoch entra a mi cuarto y empieza a ver mi tocador. Dónde tengo todas mis cosas. Siendo sincera no me gusta que anden husmeando en mis cosas. Pero es Enoch. Además, yo hago lo mismo cuando me viene en gana–. Sabes, ahi una canción que he empezado a escuchar, y la verdad es que es hermosa

–A ti todo te resulta hermoso –comenta sin prestarme atención  y mirando mi alajero, donde tengo mis collares, pulseras y aretes–. ¿Por qué tienes tantas joyas?

–Me gusta –me encojo de hombros–. Pero la canción es... Singular –hablo con cautela. Si, singular es la palabra correcta

–¿Singular? –deja en paz mis cosas y me mira confundido–. ¿De que trata?

–Una leyenda –sonrio de lado, y me pongo en pie, ya completamente lista–. Hijo de la luna

–Ya veo –responde, volviendo a mirar mi tocador. Pero ahora ve mis fotos. Todas son a blanco y negro, pero aún así son hermosas. Tengo una con Mark. Otra de todos juntos. Una con Olive y Víctor, y otra con Abe. Pero esa es de cuando éramos niños. Ah, y una con Enoch. Y también tengo enmarcado el dibujo que me regaló la primer navidad que pasamos aquí–. Aún lo tienes –toma el marco del dibujo

Yo le estaba dando la espalda–. ¿Que? –me acerco a mirar sobre su hombro. Y me sonrojo al ver el dibujo entre sus manos. El se voltea, y quedamos frente a frente, mirándonos–. Si, me gusta mucho –contesto mirando el piso–. Se que es algo tonto y... –mi vergüenza me impide terminar

Enoch toma mi barbilla, y levanta mi cabeza, obligándome a verlo a los ojos.

Esos ojos en los que me pierdo cada vez que lo miro. Esos

–No creo que sea tonto –murmura sobre mis labios. Estamos tan cerca, tan cerca que podría contar sus pestañas.

8 y contando

–Creo que es... Tierno –y finalmente termina con el sufrimiento y me besa.

Tengo que confesar que tenía mis dudas. Digo, mírate, no creí que lo fuéramos a lograr. Pero aquí estamos. ¡Ánimo equipo!

–Tenemos que bajar a desayunar –me separó de el, con una sonrisa. Pero el en cambio me ignora y me vuelve a besar. Esta vez más feroz, más necesitado. Cómo si el primer beso no le hubiera bastado.