𝐀𝐧̃𝐨𝐬 𝐃𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬

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Mis ojos se pusieron blancos de puro placer. Me retorcía en las sabanas con deseo, mientras, abajo, Enoch movia su lengua con una gran agilidad.

—Oh, Dios —me aferre a su cabello. No sé por qué esperamos tanto para esto—. Enoch.

Mordió mi clítoris ante mis gemidos. Grite de placer. A veces, el dolor es placentero. De cierta forma.

—Enoch —gemí nuevamente.

—Amelia, Lya —entonces me despierto.

Enoch está sentado frente a mi, con una gran sonrisa en la cara. Abro la boca sorpresa.

—Oh, no —susurro cerrando los ojos.

—Oh, si —Enoch se mete entre las sábanas, hasta acostarse a mi lado—. ¿Que soñabas?

—Mmmm... Nada —miento abriendo los ojos. Aún no sale el sol.

—¿Estabas... gimiendo mi nombre? —se burla, empezando a jugar con el shorts corto de mi pijama.

—Tal vez —muerdo mi labio.

—¿Soñaste conmigo? —se sube arriba de mi—. ¿Quieres que haga realidad tus sueños? —me besa lamiendo mi labio inferior.

Me quedo callada, disfrutando de su beso, de su compañía. De el mismo.

—¿Que. Soñaste? —repite ahora demandante. Me encanta cuando se pone así—. Amelia —aprieta mi muslo como advertencia.

—Que me dabas un oral... —susurro sonrojada. Enoch sonríe complacido.

—Que mente tan sucia tienes —susurra, bajando a besar mi cuello. Entonces se acerca a mí oído, y susurra—. Revivamos tu sueño.

. . .

Bajo las escaleras con algo de dificultad.

Nota para mí misma: No decirle a Enoch mi sueño húmedo.

Bueno, del oral pasamos a más cosas. Al final terminamos teniendo sexo, lo cual no pasa varios días seguidos. Como está semana nos está pasando.

Últimamente, nuestras hormonas están... Full. La señorita dice que ahora tendríamos como 20 y tantos, o casi llegando a los treinta. Sip, a pasado mucho tiempo.

Mi relación con Enoch a mejorado mucho. Y el sexo es... Dios. Me gusta que me domine en la cama. No se el por qué.

Con Emma, bueno, ya hablamos, aunque no como antes. Jamás pudimos volver a lo de antes.

—¿Por que cojeas? —me pregunta Olive desde abajo. Me ha estado viendo bajar un buen rato. Me quedo callada, y evito su mirada. Eso contesta su pregunta—. ¡Amelia, por dios! ¡La regla de la señorita dice estrictamente...!

—¡Lo sé! —la interrumpo llegando abajo—. Pero últimamente estamos más... Deseosos —suspiro—. ¿Y Víctor?

—Hablando con la señorita Peregrine, le pregunta si podemos hacer una tipo piscina en el jardín. Con ayuda de Fiona, y... Tuya.

𝐃𝐢𝐟𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭 «𝓔𝓷𝓸𝓬𝓱 𝓞'𝓒𝓸𝓷𝓷𝓸𝓻»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora