9: El duelo

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Hall estaba paralizado por el miedo. Apenas podía creer lo que acababa de escuchar. Su padre tenía que saber que, una vez iniciado el duelo, Rege podía quitarle la vida en cualquier momento. ¿Cómo podía su padre estar dispuesto?

El viejo duque lo señaló y ordenó de nuevo: "Vístete, coge una espada y bátete en duelo!"

"¡Papá, moriré! Por favor, sálvame", suplicó Hall con voz temblorosa. Lágrimas mezcladas con mocos corrían por su rostro.

Su aspecto miserable, feo y cobarde provocó una repugnancia aún mayor en los caballeros de Grande. Sin duda era vergonzoso para ellos servir a un hombre así.

De pie frente a la puerta, los nobles que observaban la diversión se reían secretamente bajo sus mangas. Si el viejo duque realmente eligiera a Hall como heredero, podrían unir fuerzas para repartir la riqueza de Grande en el futuro. Hall, ese desgraciado inútil, era simplemente incapaz de aferrarse a un territorio tan vasto y rico.

El viejo duque sabía lo que pensaban todos. Él también se había dado cuenta de que los cimientos de Grande se estaban desmoronando.

Por eso, cuando la duquesa salió corriendo del castillo y se agarró a sus brazos, rogándole lastimosamente que no obligara a su hijo a batirse en duelo, él empujó a la mujer con saña.

Señaló a los dos leones que se erguían orgullosos en la entrada y dijo con frialdad: "O te bates en duelo o pierdes tu posición de heredero, elige una. Si me divorcio inmediatamente de tu madre, ya no serás el hijo mayor de Grande. No tendrás nada.

Estas palabras golpearon de lleno tanto a Hall como a la duquesa.

Las dos personas se congelaron al instante. Su idea de salir adelante suplicando y llorando se desvaneció. Se dieron cuenta de que todo lo que tenían provenía de la caridad del viejo Duque, y esta caridad podía ser retirada en cualquier momento.

"Papá, no, yo iré, me batiré en duelo". Hall intentó levantarse, pero se cayó varias veces. Estaba tan asustado que sus piernas no le sostenían.

A la señal del viejo duque, dos sirvientes le ayudaron a levantarse y lo enviaron al castillo a vestirse.

Poco después, Hall salió portando una espada larga y vistiendo una armadura pesada.

Rege finalmente se dio la vuelta para examinar a la otra parte. Al ver la armadura y la espada, sus labios se curvaron con desprecio, e inmediatamente lanzó una mirada burlona al viejo duque.

Los dos objetos eran los tesoros de su padre. Uno era indestructible, y el otro podía cortar el hierro como si fuera barro. De niño, Rege había soñado con poseerlos, pero no se le permitía siquiera el más ligero toque.

Su padre decía que los dos armamentos lo habían llevado a innumerables victorias. Eran la destilación del sudor, sangre y gloria. Si Rege los quería, debía usar su propio sudor, sangre y gloria para infundir su armadura y su espada.

El joven Rege se sintió conmovido por las palabras y, en consecuencia, implementó esta idea a lo largo de su vida. Cualquier cosa que quisiera, la obtendría con su propia fuerza, pues este era el código de un caballero.

Pero ahora, estos dos tesoros estaban atados al cuerpo del bueno para nada de Hall. ¿Cómo estaba calificado? ¿A base de ser cobarde, debil, despreciable e indecencente?

Así que toda la sangre y la gloria de la que hablaba su padre era en realidad una mierda, ¿verdad?

"El ideal está contaminado, ¿no?" Rege negó con la cabeza y murmuró.

Las comisuras de su boca se levantaron, como si sonriera, pero en sus ojos se arremolinó una tormenta fría y violenta.

El viejo duque percibió el cambio en su estado de ánimo y se apresuró a advertir: "¡Detente cuando sea el momento, no mates a nadie! ¡Te estaré vigilando!"

Un Villano Siempre Obtiene Lo Que Merece | BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora