Viajeros

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—Estoy aburrido—decía Dazai acostado panza arriba.

—¿Quieres colorear conmigo?—Le sugirió Akiko.

—No, quiero algo más emocionante—observó a Ranpo, como el buen hermano mayor que es, debía de tener un buen plan para estos casos

—¿quieres jugar a los exploradores?—comento sin mucho ánimo, no podía negarse a cumplir un capricho del más pequeño.

—No sería mala idea. —Los ojos de Dazai brillaron—¿Qué podemos buscar?

—Vi que papá trajo una maleta algo extraña.—comentó Akiko que ya había dejado de colorear un bonito pingüino

Una mirada de complicidad pasó entre los tres hermanos.

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—Yukichi, ¿Por qué lo has traído a casa?—preguntaba Mori, señalando una maleta militar.

—Es solo por hoy, mañana se lo entregaré a los agentes especiales para que desmantelen el dispositivo.

Los ojos púrpura parecieron sacar chispas—Tu fuiste quién puso la regla, pasando por esa puerta tu trabajo y el mío se queda afuera.

—Lo se—Fukuzawa desesperado por no querer enfadar aún más a Mori optó por su táctica infalible—Ya no te enojes, harás que tú hermoso rostro se arrugue—Último recurso, halagar.

—Tus halagos no te sacarán de esto—Lo miro aún más firme que antes.

Rápidamente extendió sus brazos y lo envolvió entre ellos—Quizás si hago otra cosa... Dejes de estar molesto conmigo.

Un rubor apareció en las mejillas de Mori. —No lo creo

—Me esforzare—hizo su voz más ronca de lo habitual, justo como le gustaba al pelinegro— ¿Qué dices?—paso su boca por la oreja de Ogai y mordió el lóbulo.

.

A escondidas los tres niños observaban la situación.

—Puaj, se están besando—habló Akiko con cara de asco.

—Hay que soportar un poco más—intervino Edogawa— algo me dicen que irán a su habitación.

—¿Tan temprano?—habló nuevamente Dazai—Aún no es la hora de dormir.

—No sé—respondió el ojiverde—pero siempre que se besan van para allá.

—Ya se van—anunció Akiko.—Hora de explorar.

Los tres salieron de su escondite y corrieron directo a la maleta que fue olvidada sobre el suelo.

—¿Creen que sea algo divertido?—preguntó emocionado Dazai.

—Lo vamos a descubrir—con cuidado, movió el cierre de aquella maleta y dejó a la vista, un pequeño estuche.

—No lo puedo creer—dijo Akiko

—Es basura—Dazai completo la oración de su hermana

—Es extraño—Edogawa, tomó el estuche —¿Por qué papá traería esto?—El estuche brillo al tacto del niño y se abrió, dejando ver un pequeño reloj en su interior.

—¿Qué tiene de especial? —se acercó Akiko para intentar tomarlo.

—También quiero verlo—dijo Dazai colocando al mismo tiempo su mano sobre el reloj, un brillo rodeó a los tres.

Cuando el destello desapareció y sus ojos se acostumbraron se asustaron.

—¿Dónde estamos?—miraba a todas partes Akiko—se parece a la casa, pero luce diferente

La guardería fukumoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora