La noche estaba obscura, pero de la forma más hermosa posible. Le dolía tanto la boca por sonreír, pero estaba feliz. ¿Por qué contenerse?. Estaba llegando un poco retrasado a su morada, pero estaba bien. Eso creía.
- Edward, ¿Dónde te has metido hijo mío?, te mande al estudio hace como una hora...- habló un tranquilo pero preocupado señor Doucet.
- Disculpa la tardanza padre, me detuve a conversar con Louis-.
- ¿Louis?, ¿A estas horas por la calle?.- Fruncio levemente el ceño
- No padre, no deambulaba por la calle, tuve la suerte de encontrarlo camino a casa. Sólo estaba en su jardín.-
- Oh, ya veo.- se quedó unos segundos en silencio. - Pienso qué será mejor que ya no se vean muy tarde, sólo los dos juntos. Se podría llegar a malinterpretar.- soltó algo nervioso.
¿Por qué actuaba así?. Siempre le cayó bien Louis.
- Pero padre lo único que hacemos es visitar la biblioteca o caminar por el pueblo.- Estaba confundido, ¿A qué se debía todo eso?.
- Mi querido Harry...- empezó mirándome directamente a los ojos, casi nunca me llamaba por mi primer nombre, Oh no. - Como sabrás ya resulta un tanto polémico que yo sea un modisto, más la extravagancia que te acompaña al desfilar cada una de mis creaciones bastante peculiares para un hombre en estos tiempos, las personas se hacen ideas equivocadas. Por supuesto que ahora no, todos te conocen desde que eras un niño pequeño, pero jamás te han visto con una dama. Sólo deja mucho a la imaginación de cualquiera al conectar todos esos puntos..-
- Padre, no soy...eso.- respondí sin titubear, pero sin poder decir en voz alta aquella palabra.
Nuevamente la incomodidad ante lo que había dicho se hizo presente.
- Lo sé, pero la gente no te pregunta, sólo lo asume. Debemos evitar que las personas den por sentado cosas que no son.-
- Bien.- ya no quería seguir escuchando, ya no.
Baje a mi estudio, si, era el sótano, pero lo encontraba acogedor y se encontraba muy lejos de cualquier barullo. Mi buen humor había ido directamente al caño, en cuestión de sólo segundos. ¡Por Dios! Louis es su amigo, sólo su mejor amigo. ¿Qué problema había con eso?, además del malestar continuo en su estómago, ante esa oración.
Lo único que hacían era ir al teatro, beber té mientras leían sus respectivos libros durante horas, caminar por la ciudad hasta que sus pies duelan. No era nada inusual, sólo dos hombres disfrutando de la compañía del otro. Porque era eso, la simpleza de un encuentro, estar ambos en un mismo sitio, sin hacer nada o estar haciendo de todo. Lo único que necesitaban era, estar juntos, a solas o rodeados de personas, realmente no importaba con tal que estén ambos, juntos.
Tenía muchos lienzos, pintaba mucho. Todo me provocaba pintar. Pero últimamente, además de la necesidad constante de pintar luego de cada encuentro con Louis, al terminar un nuevo cuadro, mi pecho se agitaba, mis ojos picaban, mis manos temblaban, tenía inmensas ganas de llorar y no por algún sentir en específico más bien por la sobrecarga de todas las emociones. No sabría como explicarlo, pero me estaba sucediendo bastante.
Aún recuerdo la primera vez, había salido de casa para hacer unos mandados de mi padre, me dirigía calle arriba. Estaba distraído, pero luego por algún motivo, levante la mirada, y ahí estaba o más bien su sombra, pero era él. Se encontraba parado junto a su ventana que daba hacia las calles del pueblo, era sólo una sombra, pero podía distinguir su cabello perfectamente peinado hacia atrás, sus manos sosteniendo un cigarro. Estaba mirando tan atentamente que hasta pude divisar sus labios entre abiertos expulsando todo el humo de su organismo. Era sólo una sombra.

ESTÁS LEYENDO
God knows i tried
RomanceHarry es hijo del gran Jacques Doucet y Louis el primogénito de una família adinerada. En una sociedad en donde la homosexualidad es repudiada, ambos encuentran el amor en la flor de su juventud.