19. La noticia

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Capítulo 19
Olivia Rotschild

Mi horario de trabajo había culminado por completo. Por lo cual antes de retirarme del local me dirigí a la cocina a despedirme de manera unánime ante algunos de los cocineros, vale decir que eran tres hombres y dos mujeres un poco apáticos en realidad. Ni siquiera se habían tomado la molestia de presentarse o darme la bienvenida como lo había hecho Bruno, de todas formas, no importaba, es como si me interesara entablar una amistad con la reina Isabel. Solo era una comparación, no estaban tan viejos.

Por otra parte, mientras doblaba mi mandil para guardarlo espiaba de reojo a Ethan. El seguía en la misma posición, tenia los antebrazos apoyados en la mesa juntando así sus manos levemente, su mirada era perdida entre los vidrios de la ventana, las venas de su cuello se marcaban notoriamente terminando en la rigidez y rectitud de su mandíbula. ¿Qué es lo que había pasado?

Poco antes de que Bruno interviniera en el pequeño encuentro que tuvimos Ethan y yo, pude recorrer con la mirada a aquella señora que lo acompañaba, no cabía duda que dicha mujer era su madre. Por Dios, eran dos gotas de agua si nos fijábamos en lo físico, su presencia era imponente, la elegancia sobresalía por sus poros y tenían el mismo color de cabello, un rubio-café envidiable. No obstante, tanta perfección pudo empalagar su corta plática, ya que…no es por ser chismosa, pero durante los 48 minutos que se mantuvieron sentados, todo fue muy abrasivo y hostil.

Quizás la propina que me dio la mujer pudo comprar un poco mi empatía con ella, pero… ¿Qué tipo de madre era? Tal vez una exploradora de alto prestigio o a lo mejor una importante arqueóloga, no lo sé, pero lo que si se es que era la primera vez que veía a Ethan con alguien que daba indicios de su familia, en este caso su madre.

¿Pero porque se marchó de esa manera? ¿Por qué Ethan estaba así? Con así me refiero a cara de culo.

Olivia deja de ser tan entrometida, me reprendí mentalmente.

—Nos vemos el lunes Bruno—exclame agitando la mano.

—El lunes tenemos reunión— contesto haciendo un ademan de aburrimiento con los ojos.

—¿Reunión?

—Si. La jefa tiene algo que decir y pido puntualidad— Se arqueo apoyándose sobre el mostrador y agrando los ojos de forma graciosa —Espero no sea alguna de las locuras a las que nos tiene acostumbrados— susurro mirando de lado a lado.

Reí durante unos segundos copiando sus gestos y me volví a despedir.

Tomé mi mochila jalándola sobre mi hombro y cruce el lugar de extremo a extremo, el ambiente era fresco y acogedor pero el hecho de sentir su mirada sobre mí, lo volvía espeso. Así es como logre salir a zancadas del lugar, intentando escapar de Ethan y de esos apagados ojos verdes.

Me importaba su situación, pero no podía hacer nada, ya. Pero había alguien que si podía hacerlo, esa era Amber, aunque eso debía de esperar.

Después de una hora y media en tren, por fin llegue a casa, arrastrándome del cansancio. Sentía mis piernas pesadas, como si cada una hubiera aumentado por mínimo 3kg y eso me impedía subir las tres gradas de la entrada de mi casa.
Los pequeños faroles que acompañaban cada lado de la puerta estaban prendidos, pero las luces de adentro se encontraban apagadas, una extraña sensación recorrió mi cuerpo entero haciendo que mis dientes empezaran a chocar entre si generando un molesto sonido.

Me arme de valor y abrí la puerta lentamente intentando mirar entre la rendija de ella, me quite los tenis y los deje fuera para que así ningún ruido se percibiera. Mi corazón latía fuertemente ante la oscuridad de la sala, esto era extraño. El interruptor que encendía las luces de la casa se encontraba al otro extremo, casi llegando a las escaleras y eso me ponía aún más nervios…

Tu eres mi canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora