Consigna 4 (19/8)

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Consigna: Escribir una historia en la que los personajes están aburridos; hacia el final de la trama, algo cambia definitivamente.

Escrito:

Límites, a veces los odiamos, pero tienen una razón de ser. Una de las principales es evitar que algo bueno se vuelva malo, como es el caso de las vacaciones. Al principio todos somos felices con la idea de tomarnos un descanso, hasta que se siente improductivo, y no vemos la hora de volver a los estudios  o el trabajo. A veces incluso extrañamos a nuestros amigos. Por suerte este último no era el caso de Catalina y Regina. Sin importar que, se reunían al menos 4 veces a la semana, y este era uno de esos días. Ambas tiradas en la cama, mirando su celular, esperando una idea que fuera suficiente para ponerlas en movimiento. Ambas estaban de acuerdo en que limpiar o hacer ejercicio no eran opción. Salir de paseo o a comprar cosas tampoco, dada la lluvia que rugía al otro lado de la ventana, iluminando de vez en cuando lo que el sol del mediodía no lograba al estar tapado. Habían pasado la última hora hablando de todo un poco e incluso mostrándose algunos memes divertidos.

-¿Y si vemos una película?-

-¿La que vimos unas diez veces esta semana? Mejor no. ¿Qué tal una serie?-

-No, íbamos a esperar la nueva temporada que se estrena mañana-

-¿Algún juego de cartas?- A Cata pareció prendérsele la lamparita 

-Mejor uno de mesa. Se que tenemos algunos guardados hace años en la pieza que nunca usamos-

Casi emocionadas, las amigas se levantaron y cruzaron el pasillo hasta el lugar que buscaban. LA puerta se quejó al abrir, se notaba que no lo hacía hace tiempo, por eso y por todo el polvo acumulado. Con la ventana cerrada, no se entendía de donde apareció tal cantidad, la única justificación razonable eran los años. Sin darle mucha importancia, se pusieron a buscar los dichosos juegos de mesa. Unas nubes de polvo, estornudos y leves cegueras después, las cajas se dejaron encontrar. Con cuidado Regi sacó las cajas apiladas en el piso superior del ropero y las dejó en el piso. Una a una las descartaban. La primera caja era de magia, claramente no un juego, así que fue la base de la nueva pila de cajas. La segunda el estanciero, siendo muy largo y predecible para solo dos personas, fue el siguiente en continuar la pila. Dos juegos de química y un rompecabezas les siguieron. Al parecer la tercera no era la vencida, pero la última sí. Logró capturar su atención tan solo por su exterior. Más alta que las demás, completamente oscura, y para abrirla debían tan solo mover la traba. Agradecieron que no llevara un candado. Después de guardar las otras cajas en su lugar, regresaron a la pieza con la misteriosa, la dejaron en el suelo y la abrieron. Su contenido las desilusionó un poco. tres mazos de cartas numerados, un dado de tres caras, otro de seis caras, otro de cien, un anotador y un "Manual de instrucciones".

-¿"Nuevas criaturas"? Parece un juego de bebés-

-Bueno, al menos es algo que hacer y es muy fácil. Solo hay que tirar el dado de tres. Si sale 1 es la parte delantera/superior del animal, si sale 2 es la otra mitad y si sale 3 es algo extra. Hay que tirar el dado más grande y agarrar esa carta del mazo contando desde arriba-

-¿Y el dado de seis?-

-Al parecer hay que tirarlo dos veces. En la primera, 1 es cabeza, 2 ojos, 3 lenguas, 4 pies, 5 cola y 6 alas. La segunda tirada determina la cantidad. Y hay que escribir todos los datos en el anotador-

-Bueno, podemos intentar-

Mientras Cata buscaba un lápiz o una lapicera para escribir, Regi acomodaba las cosas por el suelo y tiraba el primer dado. Su amiga se sentó a su lado y siguieron el juego turnándose en los distintos pasos. No podían parar de reír con el resultado final. Era completamente ridículo.

-¿Un lobo-leopardo de tres cabezas?¿Cómo lo llamamos? ¿Lobeopardo?-

- Leobo suena mejor-

Completaron el último cuadro vacío del anotador, sin esperar lo que seguiría. Una serie de gruñidos sonó desde abajo de la cama, desde donde se asomaban unas oscuras garras negras. Poco después el dueño de estas se arrastró hasta salir desde allí. Por más divertido que sonaba, tener a un lobo adulto de tres cabezas, cuyo pelaje era largo de color gris con manchas oscuras, parado sobre la cama y gruñendo de manera amenazante pasó de diversión a terror en en menos de lo que esperaban.

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