Capítulo 5

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Exactamente había transcurrido un mes desde que conocía a Jack, en un mes se podía decir que lo conocía lo suficiente como para poder considerarlo la persona más cercana que yo tenía.

También puede ser que había logrado desarrollar aquellas maripositas que aparecían cada vez que había algo referente a Jack. A veces me sonrojaba sin siquiera quererlo, o las manos me sudaban cada vez más cuando yo estaba a su alrededor.

Lo único que me ponía un poco nerviosa era que Jack cada vez se encontraba más raro, él... simplemente no sabía qué le sucedía y cuando quería hablar con él lo evadía y me distraía contando anécdotas que tenía estando en el hospital.

Pero, aquel día era uno muy bueno. Ambos estábamos viendo el atardecer a través de la ventana de su habitación mientras yo hacía mi tarea.

—¿Qué es lo que siempre has querido hacer algodón de azúcar? —preguntó de repente con la vista fija en el cielo.

Ser feliz.

—No lo sé realmente, quizás viajar a París para conocer El Louvre. Me encantaría eso.

—A mí me gustaría ir a Bolivia para conocer aquello que dicen que es "el cielo". Se refleja en el agua y se ve increíble.

Sonreí viendo como sus ojos se iluminaban al decir aquellas palabras, ese era el Jack soñador. Una faceta de Jack que siempre me hacía sonreír a mí.

Dejé mi tarea a un lado y busqué una página en blanco, la decoré colocando un título bonito y poniendo nuestros nombres debajo.

Me sentía como nueva a veces cuando recordaba de lo que había sido de mí en aquel mes donde todo dio un giro inesperado y positivo. Podría decirse que ahora era un poco más suelta, las cortadas ya no eran constantes y mis brazos sanaban.

Dejé de utilizar mis medias negras y me quedé solo con los vestidos medios de manga larga. Todavía había mucho que mejorar, pero todo era de a poco.

—¿Qué haces algodón de azúcar? —ojeó un poco la hoja en la que estaba escribiendo.

—Es nuestra lista de "Esperanzas de sol". Anotaremos cosas que haremos juntos cuando salgas de aquí, Jack. Haremos todo eso juntos.

Pareció que mis palabras lo entristecía pero a la vez le alegraban.

¿Qué ocultas Jack? ¿Dejarás que te ayude?

—Entonces Jack ¿qué quieres hacer?

—Me gustaría aprender a bailar salsa. Mi madre siempre decía que el baile era como un arte, pero la salsa era el género que más le gustaba —sonrió quizás recordando—. Me gustaría ver una lluvia de estrellas en la playa.

Anoté eso en la lista.

—A mí me gustaría estar en una azotea acostada viendo el cielo mientras de fondo se escucha música.

—Correr bajo la lluvia, me encantaría sentir las gotas de agua contra mi piel.

Lo anoté, llevábamos cuatro deseos en nuestra lista.

—Quiero estudiar lo que me hacía falta para graduarme y luego comenzar la universidad y quizás estudiar ingeniería mecatrónica.

—¿Siempre has querido estudiar eso? —la curiosidad me carcomió.

—Esa profesión tenía mi padre y yo siempre lo estaba ayudando, me gustó mucho que investigué y decidí que a eso quería dedicarme —me dio una mirada con su sonrisa ladeada—. ¿Tu qué quieres estudiar Lily?

Me lo pensé un momento.

—Me gustaría ser diseñadora de modas. La mayoría de mis vestidos yo los he confeccionado porque en las tiendas nunca hay largos, solo cortos.

—Serías una increíble diseñadora algodón de azúcar. Imagina que todos lleven algo confeccionado por la gran e increíble Lily Bennett.

Me reí, Jack siempre me sacaba sonrisas de las cuales a él le encantaban.

La puerta se abrió sin siquiera ser tocada y de ella emergió mi padre junto con Emma, los dos estaban muy serios. Mi padre me vio fijamente a los ojos y cualquier rastro de felicidad que yo tenía se esfumó.

Emma solo veía fijamente a Jack que cerró los ojos e inspiró hondo. Mi padre me hizo una seña con la cabeza para que me levantara, lo hice.

—Lily, recoge tus cosas y espera afuera de la habitación —demandó con voz firme.

—Yo quiero...

—He dado una orden Lily, no lo repetiré. —El porte serio que siempre tenía me intimidaba muchísimo, seguía con aquel miedo de que me fuera a dañar físicamente.

—Sí, padre.

Guardé mis plumones, la lista que habíamos hecho y otras cosas más en mi mochila. Jack no me miraba, sólo veía fijamente la ventana cerrada. Bajé mi cabeza y salí de la habitación.

¿Por qué Jack? ¿Por qué no podías decírmelo?

Sabía que si mi padre estaba ahí eso iba a ser muy largo, decepcionada y triste —quizás con un poco de impotencia también— caminé el largo trayecto hasta mi casa. Todo estaba en silencio.

Las risas se habían esfumado hace tiempo, la alegría se la había llevado la única persona que nos mantenía siempre unidos y parte de mi vida ahora tenía una familia nueva.

Jack era lo único que me quedaba.

Hasta El Último Sol [Mer]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora