Capítulo 2

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Pagué el ramo de girasoles a la dependienta de la floristería y salí con una alergia del demonio, no aguantaba el polen y no sabía por qué estaba comprando flores. Bueno sí lo sabía.

El ramo de girasoles era grande, casi extravagante. El amarillo chillón dañaba mis ojos pero igualmente se veía hermoso.

Caminé por la acera acomodándome a cada nada mi mochila, acababa de salir de la escuela y como siempre debía irme hasta el hospital para esperar a que mi padre terminara su turno. Él ya no confiaba en que yo me quedara sola en el diminuto apartamento desde la última vez.

"—¿Qué hiciste Lily? ¿Qué hacías? —preguntó furioso mi padre.

Vi a mi alrededor y lo único que pude captar fue mi celular con la llamada entrante de mi madre. Vi el boleto de avión en mi mesita y la maleta lista para partir. Regresé la vista hacia mi padre y él seguía plantado en medio de la entrada a mi habitación con unos papeles arrugados en sus manos.

—¿Qué ibas a hacer Lily? —su voz se volvía cada vez más baja y sabía que solo se estaba conteniendo—. ¡¿Qué mierda ibas a hacer?! ¡Respóndeme niña!

Sentía que mis pulmones exigían más aire y yo no podía respirar, mis manos temblaban a cada paso que daba mi padre. Tenía miedo, tenía mucho miedo. Necesitaba a mi mamá, necesitaba que me protegiera.

Él se acercó cada vez más hasta agarrar un puñado de mi cabello y jalarme con él hasta la sala de la casa. Me tiró tan fuerte que terminé cayendo el suelo llorando y con la respiración agitada.

—Yo... yo solo iba a ir con mamá —respondí débil tratando de controlar las lágrimas que salían por mi ojos sin control.

—¡Ella ya no es tu madre! —me gritó, no lo había hecho nunca, al igual que la bofetada que me dio—. ¡Compréndelo Lily! Esa mujer no es tu madre, no lo es desde que se fue sin aviso y luego regresó solo para joder todo.

—Ella no jodió nada, papá... —refuté en voz baja—. Las cosas ya estaban mal desde antes, ella se fue porque...

Me quedé callada, le había prometido a mi mamá jamás decirlo. No podía fallarle a ella aunque ya le estuviera fallando a todos, hasta a mí.

—¡Sí lo hizo! ¡Nos dejó! Lo único bueno que ella hizo fue tenerte, eso es lo único bueno de toda su maldita existencia —se pasó las manos por su cabello con desesperación y salió de la sala.

Me quedé ahí, muda en el suelo con el rostro empapado de mis lágrimas, lleno de sudor frío y temblores en mis manos que iban y venían a cada nada. Mi estómago se contraía del terror que me producía la situación.

Mi padre volvió con el boleto de avión y mi celular en sus manos.

—Está más que claro que no te largas con tu madre, quien tiene tu custodia completa soy yo y por lo tanto mientras no cumplas la mayoría de edad te riges bajos mis reglas. —La vena de su cuello se marcaba mucho, su pecho se inflaba a cada respiración que daba. Yo estaba temblando de miedo a sus pies—. Dejas de tener celular Lily, no más de eso. Ya veré cuando te lo regreso.

Nadie dijo nada más y desde esa noche las marcas en mis brazos y muñecas me acompañan cuando respirar se me hace demasiado difícil."

No sabía que estaba llorando hasta que vi en los pétalos del girasol las gotitas de agua. Me limpié rápido el rostro y sonreí a todo el personal de enfermería que había en la entrada de emergencias del hospital.

Ellos ya me conocían después de dos años estando constantemente ahí. Emma, una de las mejores enfermeras me saludó con un abrazo.

—Se le ha alargado el turno a tu padre, creo que saldrá hasta mañana —me da una sonrisa con lástima y yo asiento. Ella posa su mirada en el ramo que cargo en mis manos—. ¿Y este bellísimo ramo de flores? ¿Son para tu enfermera favorita?

Hasta El Último Sol [Mer]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora