TODO LO POSIBLE PARA QUE VOLVÁIS

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Llegamos a un restaurante que los chicos han elegido y nos sientan en una mesa para cuatro. Fer se sienta a mi lado, enfrente tengo a Pedri y Laura se sienta al lado de Pedri. Dejamos que sean los hermanos quienes decidan lo que vamos a cenar.

-¿Que significan los tatuajes?-dice Fernando mirándome el brazo.

-Bueno es una larga historia-digo-aunque en si muy pocos tienen significado. La mayoría me los hice porque sí-confieso.

Los tres me miran y yo me incomodo. Me siento el centro de atención.

-Cleopatra porque es una diosa y me siento reflejada en ella al igual que Nefertiti-digo señalando el tatuaje que tengo de ambas reinas-las rosas son por mi abuela que falleció cuando yo estaba en EEUU. Y los demás porque me dio la gana.

-Son súper bonitos todos-dice Pedri.

Le sonrío falsamente y lo miro a los ojos. Para que nos vamos a mentir, está guapísimo. Sigue teniendo aquella carita que me volvía loca hace dos años.

-Y, ¿el número 8?-pregunta Pedri y yo me ruborizo.

-Porque el número ocho me ha dado grandes alegrías. Y por alguien muy especial-confieso.

El canario sonríe y yo por primera vez lo hago sintiéndolo y no falsamente. Pedri siempre ha tenido predilección por el número ocho. Y para mí el número ocho lo representa a él. Fue una persona muy especial en mi vida y me apetecía tenerlo siempre conmigo. Fue una locura, pero no me arrepiento.

La cena llega y hablamos un poco de todo lo que hemos vivido estos dos años. Quién me iba a decir a mi que estaría aquí con los hermanos González después de tanto tiempo.

-De verdad que lo siento mucho, si el seguro no te lo cubre te ayudamos a pagarlo todo-me comenta Fernando.

Sigue afectado, lo que me cabrea es que su coche ha salido intacto y el mío hecho trizas.

-O tú tienes una flor en el culo o a mí me han echado un mal de ojo al salir de casa-bromeo.

Consigo que Fernando se ría.

-No te preocupes que tengo buen seguro-Fer asiente y sonríe-. Lo que más me jode es que hace nada que me saqué el carnet, mis padres me van a matar-digo al recordar como les tuve que convencer para que me dejasen tener mi propio coche en Barcelona.

Caminamos hasta el coche y nos subimos. Laura habla animadamente con los chicos y yo me limito a mirar por la ventanilla. Me siento rara y nunca hablo si la conversación no lo requiere.

Llegamos a la residencia y nos bajamos del coche. Los chicos también se bajan y presiento que se avecina momento incómodo.

-Gracias por traernos-sonrío.

Pedri se acerca a mí y nos quedamos mirándonos por unos segundos. Estos dos años sin él han sido muy raros. He estado prácticamente toda mi vida con él y no tenerlo fue duro. Me acostumbré a una vida sin mejor amigo. Conocí gente nueva y me descubrí a mi misma.

-Ha sido un placer volver a verte-digo para romper el hielo.

-Lo mismo digo-dice él.

Para nada somos aquellos críos que pasaban las horas juntos. Nos contábamos todo y ahora parecemos dos desconocidos.

-El acento canario despareció-comenta él y yo me río.

-He convivido con mucha gente a lo largo de estos dos años, si te soy sincera lo echo de menos.

Los dos nos reímos. La verdad es que extraño mucho mi acento canario. En Estados Unidos pasaba las horas con estadounidenses y cuando hablaba en español lo hacía con Melissa, una chica colombiana que enseguida me pegó el acento. Mas tarde conocí a Lourdes, una madrileña que consiguió que mi maravilloso acento canario desapareciera. En cuanto a los acentos soy muy influenciable, se me pegan todos enseguida.

Cuando el tiempo se acabe ▪︎ PEDRI GONZÁLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora