Cuando el tiempo se acabe ▪︎ PEDRI GONZÁLEZ

TODO DEPENDE DE TI

25 de noviembre del 2020

-¿Estás ya?-grita Laura.

-Dame dos minutos-digo mientras busco los pendientes.

-Mi niña no hace falta que te arregles tanto, el canario va a babear igualmente.

Hago caso omiso a lo que dice mi amiga y sigo a lo mío. Fer le ha preparado una fiesta sorpresa a Pedri por sus dieciocho. Van a venir sus padres y sinceramente eso me aterra un poco. Nuestras familias no acabaron muy bien. No sé el motivo, mis padres nunca me lo contaron. Al final mi familia se acabó mudando a Ibiza. Tuvo que ser grande la bronca porque nunca más se volvieron a dirigir la palabra.

-Ya estoy, vámonos-camino hacia la puerta mientras que mi amiga me mira asombrada.

-Joder, vístete así siempre. Estoy tan acostumbrada a verte con ropa ancha que siento que estás mas cañón que nunca. Te ves muy sexy con los vaqueros ajustados.

Sonrío y me miro al espejo, me gusta lo que veo. Tampoco es nada del otro mundo, no soy de arreglarme mucho, pero sí que me he salido de mi zona de confort.

Salimos de la resi y nos metemos en el coche, hace un frío que pela. Vamos tarde y solo espero que Pedri no haya llegado aún. Llegamos a su casa y no hay sitio para aparcar. Doy vueltas y vueltas esperando a que algún coche se marche.

-Laura, llama a Fernando y pregúntale si ha llegado ya su hermano-digo desesperada.

Mi amiga llama a Fer y este le informa de que a Pedri aún le quedan unos quince minutos. Está en el fisio y no tenemos mucho tiempo.

-Que te pongas dice-mi amiga me tiende el móvil y yo lo cojo.

-Como nos multen pagas tú la multa-le digo a Fer.

-Maddie te abro y metes el coche dentro-comenta y yo asiento.

Gracias porque ya me estaba cansando de dar vueltas. Salimos del coche y entramos dentro de la casa, al fondo diviso a Fernando y a Rosy y me tenso. Los nervios se apoderan de mí. Con suerte no me reconocen y paso desapercibida.

Echo un vistazo y veo que han venido algunos amigos de Canarias. También hay algunos compañeros de Pedri. Le doy un beso a Fer y paso dentro. Voy directa a la cocina y bebo un poco de agua.

-Laura-dice Rosy al ver a mi amiga-. Que alegría verte.

Mi amiga saluda a la madre de Pedri y yo me quedo en un segundo plano jugando con el vaso.

-Y, ¿tú eres?-me mira y suspiro.

-Da igual quien sea yo-comento en un suspiro.

-Me resultas familiar-insiste Rosy.

Cierro los ojos y asiento.

-Porque nos conocemos-la miro a los ojos y me levanto las gafas-. No sé si te acuerdas de una niña rubia que se pasaba las horas en tu casa.

Rosy asiente, pero no cae. Sonrío y dudo unos segundos si debo confesar.

-Te he visto en Instagram, mi hijo ha resubido la historia que has subido felicitándolo.

Asiento y esquivo su mirada. Estoy muy incómoda, quiero huir de aquí.

-Cuando he visto la foto he dicho, que chica más guapa.

Sonrío ante su comentario.

-Rosy-digo y ella se sorprende al ver que me sé su nombre-la niña rubia, soy yo. Soy Priscila o Maddie como tú quieras.

Cambia la expresión completamente y me recorre con la mirada de arriba a abajo.

-Wow-es lo único que consigue decir.