PRÓLOGO

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Las noches se habían convertido en vacias, en frías y en fúnebres, desde que había regresado encontrándose con esa amarga realidad, la cuál fue verla postrada en aquella cama de hospital, en donde la absorbió hasta matarla.

Por que apenas habían pasado unas cuantas horas de su muerte, unas en el que ya sentía que su mundo se había terminado por completó y que también él había ido con ella, con la mujer que ama y amará por años, si es que la vida o él se lo permite a la vida.

Por que ya no sabía como definirlo, mucho menos luego de haber visto aquél vídeo, eran tantas mierdas sobre su ser, que sabía que si le daba rienda suelta a su demonio el mundo arderia juntamente con él.

Y allí estaba Andreį, que aunque alcoholizado y drogado aún tenía razocinio a todo lo que le rodeaba, como también consciencia en sus decisiones, las cuáles pensaba dentro de aquél automóvil que perteneció a su mujer y que para su tortura tenía su fragancia.

Volviendo su mirada en aquella solitaria calle, a la que el semáforo le había dado salida en más de dos ocasiones, pero sus pensamientos le habían llevado a perder aquella noción.

En donde sonrío como desquiciado, pasando su lengua húmeda por sus secos labios en un puro acto de un sádico depredador.

Por lo que tomando el volante del automóvil, aceleró no pasando por alto el cadillac negro que venía en la calle opuesta a la de él y que en un acto de rabia se pasó a aquella acera, con un solo pensamiento; la muerte.

Y por el bien de la humanidad, era mejor darle muerte al demonio.

-¡TE AMO, EVANGLY KOZLOVA! -gritó con sus ojos cargados de desespero e ira, por todos los recuerdos que lo estaban azotando, siendo ella, su diosa, su último pensamiento.

Al mismo tiempo que sintió como por la fuerza de la velocidad en la que iba, su automóvil impacto bruscamente contra el del otro, llevando a ambos pilotos a una completa inconsciencia.

Quedando los dos autos destrozados, pero uno más que él otro, al tiempo que se escuchaban dos latidos que empezaban a ser lentos.

Por que quizás ése día murieron dos... o despertaron legiones hambrientas de sangre, poder y destrucción.

Perdiéndose en las tinieblas, mientras escuchaba a lo lejos los ecos de aquella melodía que le taladra aún más las razón y la emoción, pero la que quizás sería la última, en lo que su alma divagaria en la inmensidad.


●●●○●●●Hola

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Hola... yo se que quisieran más y de verdad que intento complacerlos pero el tiempo no me alcanza, sin embargo paciencia que allí vamos poco a poco y espero que esté comienzo les haya gustado.

La BRÚJULA del DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora