Auchwitz- Birkenau... EL INICIÓ

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Si aquél ruso pretendía solamente ofendería e irse como si nada hubiese dicho, estaba completamente equivocado, ya que en los planes de la egipcia se había estructurado otra idea.

Así que sin más que soportarse o pensar, le siguió hasta donde se habían adentrado su grupo de hombres, quienes inmediatamente le observaron 《¡Ok... el que estuviese siendo observada por ellos, no la haría cambiarse, estaba harta de que las mujeres siempre buscaran el bienestar y la tranquilidad de los hombres... cuándo ellos también podían hacerlo por las mujeres!》pensó para si misma llena de molestia.

-¡Mis ojos están arriba imbeciles! -les amonestó causando que inmediatamente por el tono fuerte que empleó en su voz, estos la enfocarán.

》¡Quién miré algo más que mis ojos, le puedo asegurar que le arrancaré la cabeza y créanme no será la de arriba! -continúo embravecida, sintiendo como su pecho subía y bajaba, aumentando su ira, al ver la cara de suficiencia por parte del ruso al que tanto le fastidiaba.

Y al que sin más se le acercó y propinó un puñetazo sobre su mandíbula, causando que quizás por tomarlo descuidado el rostro de Andreį se voltease; acompañado además de ése peculiar sabor a sangre.

Provocando de mismo modo que los hombres que habían sido amenazados ahogarán una exclamación, sintiendo que aquél submarino era demasiado pequeño para todos, por lo que prefirieron dejarlos solo, dirigiéndose al fondo de esté y emitiendo con ello una plegaria para que aquél par de demonios no se matase en el submarino, pues esté era su pase de regreso.

Mientras tanto Andreį que tenía tanta ira acumulada se permitió dejarla liberar, aunque sea solo una parte de ella, devolviendole una cachetada a Leto, que había hecho eco en el recinto metálico, deduciendo que el impacto había sido muy fuerte.

Acción que sin duda alguna así había sido para la egipcia, ya que Leto que sentía como su mejilla pesaba y escocía, logró que esa simple acción la llenara aún más de adrenalina y rencor.

Demostrandolo cuándo dejo caer su fuerte patada sobre los testículos de Andreį quién había sentido aquello demasiado impactante... Y es que no se le podía negar que en golpes, Leto no era para nada delicada, a ella le pesaba la mano y al parecer también la pierna.

Sin embargo aquello no había sido suficiente para ella, por lo que cegada por la ira, el dolor, la frustración; al verle caer de dolor, se subió a horcajadas sobre su cuerpo con la intensión de darle otro par de puñetazos, logrando sí, un primero, que desestabilizó aún más al masculino.

Pero esté al ver la intensión del segundo, actuó rápidamente haciendo que está quedase ahora acorralada entré el frío piso metálico y su cuerpo, al tiempo que sus manos eran inmovilizadas por las de Andreį y sus piernas por su cuerpo, quedando frente a frente, estando Ambos rojos de la ira y los golpes recibidos.

-¡SUELTAME QUE ME DAS ASCO IMBECIL! -escupió logrando que Andreį se detuviera a mirar como aquellos marrones labios se movían en pronunciación de tal insulto, no pasando por alto como el pequeño cuerpo bajo él, luchaba por soltarse de su agarré, haciendo que estos hiciesen frision logrando que se sorprendiera al saber que estaba despertando en su cuerpo, aquél órgano que creyó había muerto junto a su esposa.

-¡Es la última vez que te permito tocarme y hablarme así, por que por sobre todo, yo soy superior a ti y me debes respeto -la amenazó logrando que se quedará quieta al escucharle escupir tales amenazas, creyendo el masculino que había capturado su miedo, aún cuándo esté no se reflejaba en sus ojos.

Sin embargo lo que había creído, estaba muy lejos de su realidad, ya que Leto que se sentía muy fuera de si, por aquella rabia que la había dominado por completo, al escucharlo gruñir aquellas amenazas, en vez de causarle terror, le causó satisfacción, el cual demostró en una burlesca y silenciosa sonrisa, logrando que Andreį frunciese su ceño, para luego esté sentir como algo húmedo impactada contra su mejilla.

La BRÚJULA del DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora