𝙺𝚎𝚗 𝚗𝚘 𝙱𝚊𝚛𝚋𝚒𝚎 Maylor✓

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"Sería un placer acelerarte el corazón a besos"

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Un terrible tintineo se hizo presente, Roger se abrumó, miraba a todos lados tratando de saber dónde provenía la molestia, hasta que despertó.

Tomo su celular, jurando que mandaría al carajo a aquel que terminó el sueño tan lindo que tuvo con su madre.

Hasta que miro la pantalla y apareció, Bri. Contesto con más que emoción.

-Hola, bri-

-Roggie, ¿Tienes planes hoy?-

-Es jueves, deberíamos ir a la Universidad-

-Podriamos faltar, solo hoy-

-¿Brian may proponiéndole no ir a estudiar?, ¿Estás bien, guapo?-

-Lo se, es raro, pero esto que quiero hacer es necesario-

-¿Y que quieres hacer?-

-Es sorpresa, solo hay una regla-

—¿Cuál?—

—Sin celular—

Colgaron, se arreglaron para encontrarse en el parque, Roger fue el primero en llegar, mirando a los pocos niños que jugaban en el lugar, instintivamente corriendo a los brazos de Brian en cuantó lo miro.

—Te extrañe— Susurro en su pecho.

—Yo a ti— Envolvió a Roger en sus brazos para después separarse

—¿Puedes decirme a dónde vamos?—

—Iremos a una pequeña cabañita, es de mis padres, claro, si gustas—

—¿Que si me gustaría?¡ME ENCANTARIA!—

—Pues vamos— Lo tomo de la mano, caminando juntos hasta el auto que antes era de Harold, el camino fue un poco largo, en total pasaron tres horas de camino, cuando llegaron Roger bajo corriendo a al lugar indicado.

Junto a Brian, mirando a la cabañita que antes se menciono.

Cuando el padre de Brian le dijo que era una cabañita, no sabia que le hablaba de firma literal, pues la "cabañita" era solo una pieza, dividida en una minicocina, un sofa, y una cama con una cómoda, sin olvidar el ropero, la mesa y un par de sillas.

Roger se tumbó en el sofá, estornudado cuando el polvo salto a sus fosas nasales.

Brian entro con las cosas que había llevado en mano, un mantel para la mesita, un poco de comida y jugo, y unas flores.

-Estas son para ti- Le extendió la margaritas que traía, Roger las recibió con una sonrisa.

-Gracias, guapo- Juntos pusieron la mesa, decidieron limpiar un poco, y poner veladoras porque se veía obscuro apesar de ser aún día.

Despues comieron lo que brian había preparado y conversaron un rato.

El pequeño rizos miraba todo, entendiendo nada, mirando tumbado desde la cama.

Cuando el reloj de mano que brian llevaba marco las nueve de la noche, se pasó volando, Brian se levantó, tomándole la mano a Roger.

—Tengo una cosa mas—

—Estas llevo de sorpresas Brian, Me encanta— Brian lo llevo fuera de la casita, acomodo una manta sobre el pasto, sacando un telescopio pequeño de su bolsillo —¿Para que es?—

—Estos últimos días han habido estrellas fugaces, pero hoy, es el día indicado en dónde hay más, será muy lindo, creeme— Roger sintió.

—¿Solo apunto al cielo?—

—No, mira— Tomo el objeto entre sus manos, apunto al techo, moviendo la vista cada cierto tiempo en busca del mejor punto —Ahi es, mira por aqui—

Roger paso por los brazos de Brian, tomando el objeto y mirando al lugar indicado, quedando más que maravillado.

—Esto es, hermoso Bri—

—Si, y quiero que sea especial— Durante un rato Roger siguió mirando el espectáculo, sonriendo, con Brian admirandolo a el.

—Es hora— Brian susurro para si, tomo el telescopio quitándoselo de las manos a Roger, que luego luego lo miro a él, con interrogación.

—¿Que?—

—Eres igual de hermoso que esa lluvia de estrellas, incluso mas— Roger sonrió, tomo las mejillas de Brian apachurrando con amor, para darle un beso a cada una.

—Tu eres más hermoso que el auto de mi padre—Brian carcajeo.

—Roggie, todo este año, me di cuenta de lo mucho que te extrañe, y de lo tanto que te necesito— Roger pudo una mano sobre sus labios para callarlo.

—Yo quiero hablar— Suspiro y sonrió —Fui un idiota la primera vez, no merecías el como te trate, y aún así no me odias, eres muy noble y lindo.
Me gustaría intentarlo otra vez, contigo, siempre contigo— Brian sonrió —¿Me dejas ser tu novio?—

—Claro, serás mi todo— Lo abrazo.

—Te amo tanto, ¿Sabías?—

—Yo más— unieron sus labios, rozandolos suavemente. Se abrazaron jugando con sus cabellos, respirando su esencia.

Así hasta que unas gotitas de agua cayeron en la piel de Roger, tan solo se pudieron levantar cuando una tormenta yá caía, corrieron hasta la cabaña, con las ropas empanadas y los cabellos escurriendo.

—Quitate eso, te enfermaras— Mientras Roger se desvestía, Brian saco dos frazadas dalgadas del armario.

Volvió con Roger y le extendió una, se envolvieron en ellas y se recostaron en la cama.

—Queria que fuera inolvidable, g todo salió mal— Dijo Brian.

—Estamos juntos, éso está bien— Contesto Roger, dejando todo en silencio para escuchar el agua cayendo.

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A mí me gustó, creo que este capítulo lo esperában hace mucho.

Y el próximo no es necesario que lo lean, amenos que quieran, ya verán el porque.