Dieciocho años y Johnny aún no puede creer que tenga que estar regañando a Doyoung.
—No me grites, Johnny, me duele la cabeza —se quejó el adolescente mientras su mayor aún seguía hablando.
—¡Doyoung! —dijo Johnny ya harto de todo. —¡Llegaste a las tres de la mañana haciendo un desastre! ¡Tus padres me iban a matar si te veían en ese estado!
Y Doyoung le sacó el dedo medio.
El muy maldito se atrevió a hacerle una cosa así.
—Me divertí muchísimo, por si no sabías.
—Se nota —Johnny rodó los ojos y suspiró profundamente para calmar su enojo. —Ve a darte un baño y bajas a desayunar, te traeré una pastilla.
—Hyung —Doyoung se levantó de la cama y se acercó al mayor con una sonrisa. —Cásate conmigo.
Y Johnny no pudo evitar sonreír. —No.
—Tu te lo pierdes.
Doyoung tenía mucha persistencia.