Shiba's

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Eran las diez y media de la mañana, los fuertes rayos de sol chocaron contra la cara de Yuzuha, quien por instinto se cubrió el rostro con la manta.

-¡Hey, despierta!- Exclamó un fortachón de ochenta kilos, mientras le arrebataba la ropa de cama a su hermana menor- No es mi problema que hayas ido de fiesta anoche. Ve y prepara el desayuno, Yuzuha.

-Ya voy.- Replicó pesadamente la castaña

-¡Y DESPIERTA AL VAGO DE HAKKAI!

La chica solo se limitó a suspirar pesadamente. La misma rutina de todos los malditos días, solo que ahora se sumaba la resaca de la noche anterior.
No podía reclamar, sabía de lo que era capaz Taiju, si escuchaba un simple quejido.

Agarro una liga para el cabello, se hizo una coleta de caballo y procedió a lavarse la cara. No podía bajar con el rímel corrido, su hermano mayor también la regañaria si no se veía "presentable"

"Presentable mis pelotas" protestaba mentalmente.
Encontraba ridículo y lamentable la situación en la que vivían, ella y Hakkai. Deseaba tanto empacar sus cosas y huir a cualquier lugar, dónde sea, pero que este lejos de Taiju.

Sabía que era imposible, porqué a donde fuese, él la iba a encontrar.

-¡Hakkai!- Gritó, abriendo la puerta de la habitación de su hermano- Oye fueguito azul, es hora de despertar.

Se llevo una sorpresa al encontrarlo vestido, mirando hacia el exterior de su ventana.

-¿Y a ti que mosca te picó?- Preguntó Yuzuha, no era normal que el menor de los Shiba, estuviera despierto a esa hora. Menos después de una fiesta.

-¿Acaso no puedo ser madrugador?- Replicó con enojo

-Parece que alguien amaneció con el pie izquierdo

-Parece que alguien amaneció metiche.

-Maldita sea Hakkai, no estoy para tu humor de mierda. Baja a desayunar.- Dicho esto cerró la puerta de su hermano con fuerza

Yuyu con enojo preparo huevos con tocino. Tenía que lidiar con Taiju y ahora con mal genio de Hakkai.

¿Acaso era el día "molesta a Yuzuha"?

-Jovencita, te quiero a ti y al otro imbecil, en la capilla después del desayuno.- Declaró el mayor de los Shiba- Saben que pasara si no los veo ahí.

Este se retiró de la casa, dejando solos a los dos menores. La castaña miro por la ventana del departamento, asegurándose que su hermano no siguiera en la redonda, una vez lo vio montarse en su motocicleta. Soltó un grito al aire, lanzando la espátula en el camino.

-Yuzuha yo...- Dijo Hakkai

-¿¡QUÉ?!, ¿¡AHORA QUÉ?!

-Yo sólo quería pedirte disculpas, por lo de hace un rato.- Comentó el azulado, con un poco de susto por el grito de la contraría

-Dios yo, perdóname- Las lágrimas comenzaron a adornar el rostro de la bella chica- Sólo es que...me estresa vivir así, hermanito.

-A mi también Yuyu- Limpió las mejillas de la castaña- Ya verás como nos iremos de este infierno, es una promesa.

Ambos hermanos cayeron al suelo quedando abrazados, compartiendo alguna que otra lágrima. Los dos querían que el tiempo se detuviera, quedarse juntos abrazándose, sin pensar en su abusivo hermano mayor, sin pensar en las palizas y los golpes, los montones de cicatrices, los moretones ocultos bajo kilos de maquillaje. Disfrutaron ese abrazo, como nunca antes.

Al final de día, ambos eran sobrevivientes, se tenían el uno al otro.

Claro que contaban con la ayuda Mitsuya, pero ninguno de los dos Shiba, quería parecer cargante. La mayoría de las veces ocultaban aquella violencia y sangre del peliplateado. Hasta que uno de los dos estallaba, ahí es cuando recien pedían la ayuda y asistencia de Takashi.

(...)












Los menores de la casa Shiba, se encontraban yendo a la capilla del centro. Era tiempo de la "oración del día"

A ambos, les parecía irónico, que un tipo tan malo y cruel como Taiju fuera un fiel creyente. La vida a veces es bastante confusa. Y ellos lo sabían bien.

-¿Has hablado con Mitsuya?- Dijo Yuzuha con tono juguetón

Ella era consciente que su hermano estaba enamorado de Mitsuya. No se lo había confesado abiertamente, pero vamos, estaba más claro que el agua.

Era cosa de ver el fondo de pantalla de Hakkai.

-No. ¿Acaso es mi obligación hablarle todos los días?- Replicó Hakkai

-¿Todo bien hermanito?- Normalmente, Hakkai hablaría horas y horas sobre lo genial que era Mitsuya. Algo raro estaba sucediendo, y Yuzuha lo sabía.

-Si, solo que es estresantes que me preguntes a cada rato sobre Mitsuya,Si tanto quieres saber de él ¡HÁBLALE TÚ!- Molestó apresuró paso, dejándola  atrás y con una gran sorpresa por su actitud.

Ambos jóvenes entraron a la capilla, persignándose ante la gran cruz que adornaba el centro del lugar. Encontraron a Taiju en las bancas de en frente, incado, con la manos juntas, sujetando un Rosario.
Copiando la posición del mayor de los Shiba, ambos se arrodillaron a rezar.
Yuzuha como todos los días, le pedia al Señor que la liberara de aquella prisión interna, en la que se encontraba.

Pero, está vez, a la hora de terminar sus peticiones, agregó; "Señor Dios, por favor, ayúdame a descubrir que le ocurrió a Hakkai y su repentino cambio de actitud. Amén"

No era normal que de la noche a la mañana se pusiera altamente sensible y rabioso con el solo nombrar de Mitsuya.

Al salir del edificio, Taiju les entregó dinero a ambos, para la comida. Dejando las mismas intrucciones de siempre
"No salgan sin mi permiso", "No inviten a nadie a casa", "No intenten escapar", entre otras más

Antes de que el mayor se retirará, fue detenido por Yuzuha, quien le pidió permiso para salir a acampar con sus amigos. Había recibido el mensaje de Takashi hace poco y era mejor preguntarle al fortachón en el momento, en vez de esperar su llegada.
Que solía ser muy de noche y para sumar, más molesto y suceptible a repartir golpes a sus hermanos.

-Esta bien. Pero los quiero en casa a las ocho de la noche del día siguiente. Sabes que pasa si me desobedecen- Beso el cabello de Yuzuha- Sabes que soy duro con ustedes, porque los amo.

"Si nos amarás tanto, no nos dejarías vomitando sangre todos los días", pensó la castaña, mientras veía a Taiju montarse en su motocicleta.

Antes de retirarse, se percato que este le lanzo una mirada a Hakkai. Como si trataba de volver a advertirle algo.

Como respuesta por parte del contrario, solo se limitó a mirarlo fijamente, asintiendo vagamente.

Estaba sucediendo algo raro, y Yuyu tenía que describir que demonios era lo que había ocurrido.

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