XII

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JENNA

- Ha accedido- me explicó Kyle por teléfono rato después de que cada uno regresase a su casa. Su voz sonaba apresurada y preocupada.- He tenido que contarle la verdad...

- ¿La verdad?- alcé ambas cejas, confundida. Me encontraba sentada en el sofá con el libro de matemáticas en el regazo; por muchos problemas demoníacos que tuviésemos, seguíamos teniendo tareas como el resto de los adolescentes normales.- ¿La verdad, verdadera? ¿Que tienes medio demonio dentro y que buscamos al dueño de la otra mitad?

- Exactamente.

Solté un jadeo. Para lo tímido y asustadizo que Kyle podía ser a veces, hacía cosas que yo nunca me habría atrevido a hacer. Casi sonreí al pensar en lo bizarra que tenía que haber sido la conversación entre aquellos dos.

- Nos reuniremos con ella esta tarde en la entrada del instituto, cuando el partido haya empezado- me informó.

- Perfecto. ¿Quieres que pase por tu casa a recogerte? ¿Y así tranquilizo a tu tía?

- Está trabajando- admitió, aunque noté el agradecimiento en su voz.- ¿Nos vemos en la puerta del instituto?

Asentí, y, tras colgar, obligué a mi mente a centrarse en las tareas que tenía por delante.

***

El instituto estaba a rebosar cuando llegamos; parecía que la gente se había tomado muy a pecho eso de 'llegar una hora antes para calentar el ambiente'. Nos colocamos en la entrada, a un lado de la puerta, por la que jóvenes y adultos no dejaban de transitar.

-¡Chicos!- tragué saliva cuando Lydia nos saludó con la mano desde lejos, acercándose con una mueca emocionada hacia donde nos encontrábamos. Me mordí el labio con una mezcla de nerviosismo y culpabilidad. Íbamos a mentirle, otra vez.

Cuando alcanzó nuestra altura, en los labios pintados de rojo lucía una amplia sonrisa.

- ¡Todo se está llenando de gente!- exclamó, y noté un pinchazo en el pecho cuando me cogió de la mano.- No sabéis que ilusión me hace que hayáis venido. Ya sé que puede parecer una tontería... pero me apena que nunca hagamos nada juntos.

Traté de responder algo, pero las palabras se me habían atascado en la garganta. Apreté el agarre de la mano de la chica, y le dediqué una sonrisa.

- Un día de estos tenemos que hacer una pijamada- solté, nerviosa, sin saber muy bien lo que decía. Kyle y Lydia me miraron con las cejas alzadas, y al momento en el que pensé que había dicho una estupidez, la pelirroja dio un saltito y amplió su sonrisa, dejando a la vista la blanca dentadura.

- ¡Eso sería magnífico! ¿Vamos a coger sitio a las gradas?

- Emm...

- Estamos esperando a mi tía- le explicó entonces Kyle con calma.- Se me han olvidado las llaves de casa y me las va a traer, para que después no despierte a mis primas cuando llegue.

- Oh, de acuerdo- asintió la muchacha, frunciendo un poco el ceño.- ¿Queréis que... os espere en las gradas?

- Claro, genial- asentí con una sonrisa, y dejé su mano ir. La vimos alejarse, mezclándose entre la gente, y, cuando desapareció, mi rostro perdió la sonrisa, al igual que ocurrió con el de Kyle.

- Me siento fatal mintiéndole- me confesó, bajando la mirada.

- Yo me siento igual- asentí, y me apoyé contra la pared, cruzándome de brazos.- Sabes... he tenido muy pocos amigos antes que vosotros.

CAZADORES DE DEMONIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora