XXVII

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KYLE

En un día triste, en el que el cielo estaba cerrado y soplaba una brisa desagradable, alguien se encontraba parado frente a una lápida gris. Con letras en cursiva, tallada en la piedra, podía leerse una corta pero bonita frase:

Siempre en mi corazón.

- Cuida de ella en el cielo, amor- murmuró con pesar el hombre. Se agachó, sentando sobre la piedra, con las piernas estiradas hacia adelante, un pequeño oso de peluche con un enorme lazo verde en el cuello. Junto a él, colocó una rosa roja, y se volvió a incorporar.

Colocándose el sombrero sobre el espeso cabello, el joven hombre se alejó.

***

A aquellas alturas, había aprendido a diferenciar cuando se trataba de un sueño, y cuando se trataba de la historia de alguien más. Las imágenes pasaron frente a él; una cuna, que nunca llegó a albergar el pequeño cuerpo para el cual fue construida. Peluches en una estantería. Cientos de libros sobre 'Padres por primera vez', que se apilaban en cualquier lado de la casa: en el salón, en la cocina, e incluso en el baño.

Un coche, que avanzaba por una carretera solitaria, oscura a causa de la torrencial lluvia que caía del cielo. Una llamada que lo cambió todo, llevándose consigo no dos, si no tres vidas. El duelo por el que uno pasaba, al caminar en un cementerio, al ver cómo todo lo que quedaba de una vida se enterraba bajo tierra, para siempre.

Kyle sabía que era un sueño, pero no por eso dolía menos. Gabriel también era, o había sido, humano.

***

JENNA

- Lydia y yo hemos tenido una interesante conversación.

Tenía que admitir que me pilló de sorpresa encontrarme aquella escena: Kyle, dormido, mientras que Mara y Lydia tomaban café como si fuesen viejas amigas que se reunían para charlar.

- ¿Ah, sí?- cuestioné, con algo de duda. Aún esperaba que la tormenta estallase en cualquier momento, y Lydia volviese a la carga acusándome de tomarla por idiota.

- Al parecer muestra amiga pelirroja ha visto más películas de las que creíamos- se burló la muchacha, pero casi había un tono cariñoso en su voz, a lo que Lydia rodó los ojos. Eso sólo hizo que me aturdiese más.- Vamos a necesitar cadenas, cuerdas, y todo lo que se requiera para mantener quietecito a un cuerpo poseído.

- ¿Qué... qué se supone que queréis a hacer?

- Evitar que Gabriel se lleve a Kyle. Es verdad que puede que decida ir a buscarlo él mismo, pero también puede que simplemente... lo haga ir.

- Como ocurrió en el Hostal Reina- asentí, pensativa. Entonces entrecerré los ojos, alzando los ojos hacia ellas.- ¿En qué momento habéis...? Tú...- señalé a Lydia sin poder comprender. Cuando Mara me escribió diciendo que estaban los tres en su casa, me esperaba encontrar a una muchacha desquiciada, incapaz de creerse la verdad que tratábamos de explicarle. Sin embargo, Lydia parecía... serena.

- Hemos tenido una buena charla sobre demonios- comentó Mara, encogiéndose de hombros.- ¿Quién diría que a mí se me da mejor tratar con la gente que a ti, eh?

- Y-yo...

- Te debo una disculpa, Jenna- suspiró entonces Lydia, jugando con sus manos.- Resulta que me estabas diciendo la verdad desde el principio, pero... era demasiado para mí.

- Lo comprendo- asentí rápidamente, sonriendo con alivio.- Realmente es demasiado como para asimilar, lo sé. Pero me alegro de que ahora te encuentres mejor.

CAZADORES DE DEMONIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora