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Faltaban menos de diez minutos para el timbre que anunciaba el final de la jornada escolar sonará.

Minho solo quería salir de esas cuatro paredes que conformaban su aula, no estaba teniendo un día particularmente agradable.

Primero; la alarma que configuró en su teléfono por arte de magia no había sonado, por consiguiente no tuvo el tiempo suficiente, salió apurado y aún así llegó tarde, lo que ocasionó que el profesor encargado de su primera clase le diera una advertencia.

Segundo; tuvo un examen muy importante en una de las materias y no se encontraba completamente seguro de que todas las respuestas estuvieran correctamente contestadas, estuvo toda la noche estudiando, y digamos que no tenía mucha confianza en sí mismo a la hora de las evaluaciones.

Tercero; no había podido ver a Han en lo que iba del día, ni siquiera en la hora del almuerzo, el cual era normalmente el momento donde se hacían compañía antes de seguir con sus clases. Un compañero del menor le había informado que estaban organizándose para hacer una actividad grupal importante.

Esos acontecimientos y otros pequeños detalles que ocurrieron durante el transcurso de la mañana y parte de la tarde, hicieron que el castaño se desanimara completamente, hasta llegar al estado en el que se encontraron; totalmente recostado en la mesa frente a él, mirando fijamente el reloj en la pared, a la espera de que la hora de salida llegase lo más pronto posible.

Lo único que quería era poder llegar a su casa, relajarse mientras comía la deliciosa comida hecha por su madre y pasaba un rato con su pequeño y adorable novio.

Al parecer, sus súplicas fueron escuchadas y el timbre resonó fuertemente. Los estudiantes se levantaron de sus asientos, para salir rápidamente del instituto, aliviados de poder terminar una semana más de clases, ansiando el fin de semana que les esperaba.

Minho se dirigió hacia el aula a la que pertenecía su novio. Al llegar, justamente Han se encontraba saliendo de la misma.

El menor se acercó apresuradamente al más alto envolviendo su cintura con sus bracitos a la vez que escondía su rostro en el pecho del mayor. El castaño suspiró, y se dispuso a corresponder el abrazo que el más bajo le otorgaba, amando la sensación de tenerlo entre sus brazos.

-Bonito, lo extrañe -dijo el menor en voz bajita- estuve ocupado todo el día, y tenía tantas ganitas de verlo.

- Está bien, bebé, no te preocupes, también te extrañe... mucho -habló, para seguidamente sujetar el rostro del peliazul entre sus manos, y besar sus labios castamente, mientras acariciaba sus mejillas.

Se quedaron en un silencio cómodo, mirándose a los ojos, cualquiera que los viera diría que se veían tan enamorados; como si de sus orbes salieran pequeños corazones que iluminaran todo el pasillo, un aura demasiado adorable y hermosa.

El silencio fue cortado por el más pequeño.- Hyung. pode-- no terminó de expresarse al ser interrumpido por el mayor.

– ¿Hoy que vas a pedir, Hannie? -preguntó el más alto sonriendo, sabiendo de antemano que el de mejillas abultadas pediría algo, como todos los días.

-¿Por qué da por hecho el que voy a pedir algo? -el mayor no respondió a su pregunta, por lo que continuó– Bueno, si es cierto, si voy a pedir algo.

- Ves, lo sabía, ¿qué quieres hacer, amor?

-¿Podemos ir a comer helado?

-¿De nuevo? Ayer fuimos a comer helado.

– El que hayamos ido ayer no quiere decir que no podamos ir hoy, amorcito, ¿vamos, sí? Hyuuuung - habló el menor, mientras ponía su mejor carita de perrito regañado, y formaba un puchero con su labio inferior.

¿Y quien era Minho para negarse a tan majestuosa imagen?

- Está bien, pequeño, pero ya mañana no haremos lo mismo, sabes que no es bueno consumir tanta azúcar.

- ¡Sí! ¡Vamos! -exclamó entusiasmado. Tomó la mano del de más edad, tirando de él hacia la salida del instituto, para seguido caminar juntos en dirección a una heladería cercana, su favorita para ser exactos.

Al llegar hicieron su pedido habitual iban con regularidad a la heladería, para el peliazul de fresa y para el castaño de oreo.

Pagaron y salieron camino a casa de Minho, degustando sus helados durante el trayecto. Al ser viernes Han se quedaba a dormir en casa del mayor, el menor ni tendría que avisar a sus padres, estos estaban conscientes de la situación ya que ocurría desde hace bastante tiempo.

Minho vivía únicamente con su madre, sus padres se habían divorciado hace aproximadamente tres años, sin embargo, mantenía contacto con su padre. En casa los recibió amablemente la madre del castaño, conversaron un rato, y se dirigieron a la habitación del más alto. Estando ahí se sentaron en la cama.

-¿Cómo le fue hoy, amorcito?

El mayor no sabía qué contestar exactamente, el día en sí había sido terrible, pero no quería atosigar a su pequeño con cosas innecesarias.

- Normal -respondió. El menor se limitó a mirarlo con incredulidad.

- Lo conozco, hyung, no está siendo sincero, ¿qué pasó?

Minho suspiró pesadamente.- La verdad ha sido un día espantoso, pero no te preocupes, bebé, no es nada grave.

-Sabe que puede contarme lo que sea, Minho hyung, estoy y estaré siempre aquí para usted.

Luego de recostarse más cómodamente en la cama, el mayor procedió a contarle todo lo que había ocurrido, sintiéndose bien cuando lo que recibía de Han eran cariñitos y su total atención.

El peliazul solo quería que su novio se sintiera bien, así que le dio todo el amor y cariño que podía.

- No soy muy bueno con las palabras, amor, pero, un mal día le sucede a cualquiera, ya verá mucho mejor, y aparte sé que saldrá excelente en el examen, confío en usted y sé que mañana será que puede hacerlo, ¿cuándo ha sacado una mala nota? Exacto, jamás, mientras, le voy a dar muchos mimos, para que se sienta mejor.

Con solo verte sonreír y estar contigo me siento mejor, eres mi angelito, Hannie, gracias por todo lo que haces por mí, y por tu cariño incondicional, te amo mucho, bebé.

A este punto, el menor ya estaba a punto de soltar lágrimas, su novio podía ser un tonto cursi en muchas ocasiones.

-También lo amo, hyung, muchísimo.

Porque no importaba lo nublado que podría haber estado el día, ni las dificultades por las que tendrían que pasar, con estar juntos demostrándose su amor sabían que el sol siempre volvería a salir.

hyung!  |minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora