Estrategias

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Era el momento decisivo. En esa milésima de segundo se jugaba todo. Hades lanzó su ataque y ella lo recibiría para salvar a la humanidad. Era otra vez la lucha de los Dioses, pero ahora ella recibiría el letal ataque, se sacrificaría para que Seiya no resultara lastimado. Sin embargo, de la nada apareció el Pegaso y la espada atravesó su pecho.

Saori intentó gritar pero no pudo, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. No, no otra vez. El cuerpo de Seiya se deshizo antes de que pudiera caer en sus brazos. Hades soltó una carcajada ante su triunfo, el rostro del Dios del Inframundo salió de las sombras, era Shun.

-Athena, esta vez te destrozaré y acabaré con los que más quieres- le dijo Shun/Hades -y no podrás hacer nada- volvió a reír en esa escabrosa mezcla de voz de Hades y Shun.

Saori despertó de esa pesadilla muy agitada. Nunca había tenido un sueño tan vivido. Su corazón latía con fuerza, cuando de pronto miró alrededor ¿Qué había sucedido? ¿Dónde estaba? Tras unos segundos recordó lo sucedido. Corría tras Ikki y estaba a punto de ser arrollada por un automóvil; cuando, de la nada, Seiya la rescató de un final trágico. ¿Acaso había sido también un sueño?

Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad de la habitación, observó con cuidado dónde estaba. Parecía la alcoba en una casa común. Miró todo lo que había ahí: había un librero un poco desordenado, una vieja guitarra acústica, ropa de chico en el suelo; parecía que era la habitación de un joven. Al voltear a la mesita de noche vio una lámpara y encendió la luz, se encontró con una fotografía, en la imagen le sonreía un muchacho de piel morena, gentiles ojos castaños y cabellos alborotados, era Seiya, quien posaba para la cámara en una soleada playa; a su lado se encontraba una joven que, si Saori no se equivocaba, se trataba de la hermana mayor de Seiya: Seika; la misma con la que nunca pudo reencontrarse ya poco después de que ésta apareció, Seiya fue herido por Hades.

Saori no pudo evitar sonreír al darse cuenta de las cosas. Sin duda, en esa "realidad" Seiya había hecho su vida como un chico normal, pudo estar con su hermana y vivió una vida tranquila y feliz. De nuevo dio un vistazo a la habitación, maravillada de que todo lo que había ahí era del único hombre al que había amado. La habitación gritaba por todos lados la esencia de Seiya. De pronto la joven se dio cuenta que sobre el vestido de concubina que Marín le había conseguido llevaba puesta una chaqueta, se trataba de una prenda masculina y sospechaba que era de su rescatador. Sin poder evitarlo, Saori olió la prenda y su corazón se aceleró al percibir el inconfundible aroma de Seiya.

-¡Seiya!- dijo de pronto una voz femenina afuera de la habitación; se escuchó que una puerta se azotaba- ¡Seiya! ¡Explícame qué pasa por tu cabeza!- gritó Seika.

-¿De qué hablas?- escuchó que Seiya preguntaba despreocupado.

-¡De lo que me contaste por teléfono! ¡De esa chica!... ¡No puedo creer que te hayas arriesgado así y que la hayas traído a la casa!

-Sólo hice lo que creí correcto ¿de acuerdo?- se defendió el chico.

-Si querías ayudar debiste llamar a la ambulancia o llevarla a un hospital. ¡¿Pero cómo te atreves a meter en MI casa a una completa extraña?!- reclamó Seika.

-Espera... recuerda que esta casa también es mía, nuestros padres nos la dejaron a AMBOS... Además no fue grave, sólo se desmayó ¿sí? Es una pobre chica y creí que lo mejor era ayudarla. Así que te pido que no grites porque está descansando en mi habitación...y si no te molesta iré a ver cómo está.

-¡Seiya!...¡Seiya!...- comenzó a hablarle su hermana mayor.

Saori escuchó que unos pasos se aproximaban por el pasillo, apagó la luz y se reacomodó en el lecho. La puerta se abrió y la luz del pasillo contorneó la silueta de Seiya. Se acercó a ella y la chica abrió los ojos.

Un Caballero para una DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora