Labios desconocidos

10

El zoológico tenía varios animales que Seok Jin jamás había visto de cerca, pensó que por un lado era triste tenerlos ahí, encerrados, pero quiso creer que estaban en buenas manos.

La noche qué pasó con Nam el día anterior, lo hizo sentirse más cómodo al ser tomado de la mano, así que durante toda la salida se la pasaron así, no se soltaban para nada, incluso al estar comiendo, sus manos se mantenían sujetas por encima de la mesa. Nam Joon disfrutaba escuchar a su novio hablar de lo maravilloso que había sido darle de comer a los elefantes.

Le encantaba el brillo en los ojos y su sonrisa que levantaba sus pómulos. Podía pasar todo el día mirándolo completamente solo a él, pero el día no era tan largo como hubiese preferido.

Quería que el tiempo se congelara para jamás tener que abandonarlo, mejor dicho para que no lo abandonara.

Llegó el momento de partir a casa y se dio cuenta que instintivamente Jin lo llevaba hasta su hogar, sin preguntarle si se iría a la suya, no le molestó, al contrario se sintió tan lindo la normalidad con la que caminaba a su lado, hablando hasta por los codos lo que no era normal al inicio.

Entraron y sus padres los miraron aún más normal de lo que esperaba el joven, ambos saludaron, pero de inmediato subieron. Platicaron y comieron, todo había salido mejor de lo que imaginaban.

Kim Nam Joon se sentó en la silla sin esperarse que su novio se sentaría sobre sus piernas, algo a lo que también parecía haberse acostumbrado: la cercanía entre ellos.

Seguía hablando, hasta que un beso lo calló. Las manos de Nam estaban posicionadas en la pequeña cintura del chico y las de él se mantenían quietas sobre sus propios muslos. La puerta estaba abierta, así que escucharon los pasos de alguien, Nam Joon le dejó bruscamente la silla a Jin, tomando su distancia. Esas insignificantes acciones le causaban mucha risa a Seok Jin que entendía la imagen que quería conservar frente a su familia.

«No debería preocuparse, mi familia tendrá que olvidarse algún día de él».

Día tras día se acostumbraron a una rutina, en el salón se sentaban separados, tomaban las clases normales, pero en los descansos ya todos sabían que eran pareja, las chicas los miraban tiernamente, pero esperaban que el mujeriego de Kim Nam Joon volviera a las andanzas pronto y varias ya se estaban preparando para atacar. Algunas otras que empezaron a notar al chico apuesto de Kim Seok Jin, también se estaban preparando para consolarle.

De la escuela iban a casa de Jin para hacer tarea, comer y besarse, siempre parando el momento que parecía subir cada vez más de nivel, al menos Nam lo hacía, porque no quería romper la confianza de sus suegros.

Las cosas parecían funcionar, ambos se sentían bien e incluso quizá se habían acostumbrado a estar el uno con el otro, pero solo faltaban dos días para el término de las dos semanas, lo que ninguno había recordado hasta que ingresaron al cuarto de Seok Jin.

—Oficialmente, mañana es nuestro penúltimo día —dijo aparentemente aliviado Jin. Lo que causó molestia en Nam Joon, pero él también era consciente.

—Quiero que conozcas a mis padres —mencionó de repente el joven, tratando de olvidar la molestia.

—¿Para qué Namu?, no hay tiempo. —Acomodó la mesita en la que hacían tarea, puso las mochilas en una esquina, sacando solo lo necesario.

—Yo no quiero terminar —susurró— ¡Yo no quiero terminar! —volvió a decir, pero con firmeza.

Kim Seok Jin se acercó al joven, acariciando sus cabellos, dejando que lo acercara más a él como ya era costumbre.

—Jonnie, es lo mejor. Si nos detenemos ahorita, aún podemos salvar lo bonito, ser amigos. ¿Por qué crees que todas tus ex aún lo son? Por tu regla de las dos semanas, no hagas una excepción conmigo, llegará alguien, pero ese alguien no soy yo. —Lo besó.