8

1K 191 110
                                    

Kim Seok Jin salió de su casa como cada mañana, pero en la entrada había algo inusual. Se quedó inspeccionando por un momento.

—¿Qué pasa? —preguntó levantándose de las escaleras.

—Estoy tratando de ver qué es lo inusual en mi casa.

—Ya entendí, ya entendí, soy yo —sonrió, acomodándose la mochila sobre la espalda.

—¿Qué haces aquí?

—Soy tu novio —dijo con obviedad.

—Sí, ajá, ¿qué haces aquí? —Para él no había razón para que hubiese ido a su casa sin avisar. — ¿Cómo conseguiste mi dirección?

—Jin, tenemos que hacer cosas de pareja, una de esas cosas —pausó y se acercó para acariciar su mano, hasta entrelazarla con la de él—, es caminar juntos a la escuela, tomados de la mano.

—¿No me digas que tus relaciones son de esas empalagosas? —Hizo varios pucheros, azotando sus pisadas fuertes contra el piso.

—Ven, te ayudo con la mochila. —Le extendió la otra mano que no tenía ocupada.

—No, no, no, no, no, yo no seré la chica en esta relación —agregó, pero incluso con berrinches y todo, no se apartó de la mano de Nam.

—Nadie será la chica, somos hombres, ¿por qué tiene que haber una chica en una relación de hombres?, nos damos amor, no debería haber un género para dar y recibir amor. — Lo observó detenidamente, el semblante neutro, la belleza gentil, sus rasgos de bebé y terminó por posar sus labios en los pachoncitos de Seok Jin. — Esto se siente tan bien.

Empezaron a caminar y Nam Joon logró que le diera la mochila, a regañadientes, pero se la dio y cada cuadra que caminaban el chico se las ingeniaba para detener a su novio y besarlo fugazmente que se sentían como los mejores deseos cumplidos de su vida.

—Vamos a tener que poner un límite de besos.

—Los novios no tienen límite —sonrió para después fruncir el ceño.

—¿Según quién?

—¡TODOS!

—Creo que estás inventando tus reglas.

Se miraban como toda una pareja, tomados de la mano y peleando por cosas insignificantes de una manera tierna, uno riendo y el otro tratando de explicar que tiene razón.

—Solo serán dos semanas, después de eso ya no tendrás que desayunar mis besos, comer mis besos y cenar mis besos —comentó Nam, poniendo su frente con la frente de Kim Seok Jin que hizo un reflejo de alejarse, pero se quedó, observó al joven de ojos cerrados que le tomaba la mano, tuvo que hacer viscos para lograr verlo de tan cerca y no pudo quitarlos antes de que éste lo mirara—. Me gusta cuando me miras así —rió. Entre medio se burlaba y entre medio decía la verdad, disfrutaba los gestos inusuales de Seok Jin que ante sus ojos lucía como el hombre más guapo del mundo.

—¡ESPERA!, ¿dijiste cenar?, ¿quieres decir que estarás conmigo en la noche también? —preguntó a gritos, provocando la mirada amorosa de Nam.

—Claro, tenemos que hacer tarea juntos, hablar de nuestro día y aprovechar para darnos más amor.

—"Con más amor". —Hizo comillas. — ¿A qué te refieres? —Lo tomó por la cintura y lo acercó más a su cuerpo, hasta que lo obligó a poner las manos en su pecho para lograr un poco de distancia.

—Más besos —sonrió y volvió a unirse una vez más con los labios del chico que aún no se acostumbraba, pero se dejaba querer. Mentiría si dijera que no sintió tranquilidad al escucharlo decir eso, al igual que un cosquilleo en él estómago.

Labios desconocidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora