Cuarto capítulo

84 19 4
                                    

— Y-ya puedes soltarme —Jihoon hipó mientras se tranquilizaba,— Seung-...

— Shh —el contrario acarició el cabello del pequeño,— ¿Quieres seguir llorando? Hazlo, no temas... S-sólo, déjame sostenerte por hoy.

Jihoon cerró los ojos, dejando que silenciosas lágrimas cayeran por sus mejillas mientras sentía el cálido abrazo de Seungcheol, tratando de ayudarlo.

Estuvieron unos minutos así, hasta que el mayor sintió el cuerpo del otro volverse pesado; se había dormido con lágrimas secas pegadas a sus ojitos.

Sacó su teléfono como pudo y llamó al director, de paso a su mamá.

— ¿Tío? Tengo a Jihoon dormido, quisiera llevarlo a su casa —suspiró,— Tuvo un ataque de p-pánico en el salón de música.

— Voy para allá, gracias por avisarme.



Cuando su mamá llegó, le pareció raro verlo con un chico en su espalda con los ojos cerrados.

Seungcheol solo negó y le pasó una dirección, dada por el director. Era la casa de Jihoon.

El camino fue silencioso, dejando escuchar los suspiros cansados del menor, que aún hipaba entre sueños. Llegaron a la casa y mientras Seungcheol trataba de cargar al menor, su mamá golpeó la puerta y le explicó a la hermana de Jihoon lo poco que había entendido de su hijo.

— Cheol me dijo que tuvo un ataque de pánico —lamentó la mamá,— No se a qué, pero no estaba bien.

— D-de verdad, gracias por t-traerlo —agradeció la chica, mientras los dirigía a la habitación del menor.

Cuando la puerta se abrió, Seungcheol quizás comprendió un poco más el verdadero problema.

Las hojas rotas de notas musicales esparcidas por toda la habitación, la guitarra destruida en un rincón; incluso el frasco de somníferos sobre el escritorio.

Jihoon estaba realmente destruido por algo que amaba.

El chico mayor lo recostó sobre la cama cuando una de las constantes pesadillas volvió.

— ¡No me toques! — golpeó la mano que lo acostaba y el desgarrador grito que soltó alarmó a todos,— ¡Suéltame!

Jihoon empezó a patalear y llorar con fuerza, mientras su hermana aguantaba las lágrimas y se abrazaba a si misma. La mamá de Seungcheol estaba impactada; el grito la tomó desprevenida y su corazón dolió al ver al joven en tal amargura.

Seungcheol trató de calmar al menor una vez más. Abrazó su cuerpo con cuidado mientras tarareaba una pequeña melodía que recordaba haber escuchado de la boca de Jihoon.

Si. Aunque no lo pareciera, Seungcheol era el mayor fan del pequeño respecto a las bellas canciones que escribía.

Mianhaji ma, geogjeonghaji ma, museowohaji ma ,ijen ulji ma —su voz salía débil,— Na-egeneun neon, han-eobs-i neomudo sojunghan geol.

C-cantas horrible —Jihoon sonrió, antes de quedarse dormido, esta vez en paz.

Seungcheol sólo río antes de cerrar sus ojos y caer dormido junto al pequeño.

Entre Ritmos y Melodías | Jicheol ³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora