Epilogo

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Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.

Madara abrazaba a su mujer, la cual no había dejado de llorar. Apretó la mandíbula con frustración y como le venía sucediendo desde que conoció a Hinata, no sabía como desquitarse de quienes ocasionaron sus lágrimas.

Aneko se había ido a Tokio, no sin antes, causar dolor en todos los integrantes de la siempre unida familia. Kenji sostenía los gemelos, quienes también lloraban al recordar todo lo sucedido.

flashback on

—Me iré con mi madre y nada ni nadie me lo impedirá, yo soy mayor de edad y tengo derecho a tomar mis propias decisiones—Hinata escuchó los gritos de su esposo y de Aneko. Sabiendo que el carácter de ambos podía ser muy explosivo, se apresuró a ver que sucedía.

—No sabes lo que estás diciendo, esa mujer podrá ser todo, menos una buena madre, ya te lo había dicho—Madara no podía creer lo que estaba escuchando ¿como podía su hija estarle hablando de estar con esa mujer? Esa maldita seguía fregando su vida, sin estar cerca—¿Entonces ese era tu plan? ¿Para eso te querías ir a estudiar fuera?—Aneko y sus primos habían viajado a Tokio cuatro meses atrás, para visitar posibles universidades y colegios. No pensaban marcharse de Konoha, pero no desaprovecharon el poder viajar con sus compañeros de escuela durante una semana. Una vez que regresaron, Aneko, comenzó a cambiar, en un principio, parecía tratarse de problemas con su novio, como era su caso, pues desde la llegada a Konoha de un joven llamado Kawaki, la chica pasaba los días en una burbuja.

Dos años atrás, llegó un médico de nombre Orochimaru, acompañado de sus dos hijos, Mitsuki y Kawaki. Este último, fue adoptado por el médico desde que tenía cinco años y no había diferencia en el trato que daba a ambos. Los dos jóvenes pronto captaron la atención de Sarada y de Aneko. Sólo había un problema... las chicas tenían dieciséis y diecisiete años, mientras que ellos, ya tenían veinte. Si bien es cierto, que no había nada de malo en convivir con los dos chicos, también era cierto, que los padres de las muchachas, no eran padres para nada dóciles y apenas supieron lo que estaba pasando, sintieron ganas de asesinarlos y desaparecer los cuerpos.

Hinata y Sakura se vieron obligadas a interferir en las muchas disputas, hasta que lograron hacerlos entrar en razón. Muy a regañadientes, Madara había aceptado el noviazgo, dado que su hija estaba próxima a cumplir dieciocho años, inclusive, el joven a pesar de ser arrogante, parecía buena influencia para la Uchiha.

Las alertas de la ojiluna y el azabache, se prendieron, cuando la chica ni siquiera salía para ver a su novio. Lo único que hacía desde su regreso, era estar pegada a su computadora. Acostumbrada a entrar a la habitación de Aneko, Hinata entró una noche para darle las buenas noches y la joven... la misma que ella ayudó en todo y quería como a su propia hija, le gritó que saliera y que no volviera a entrar sin antes tocar. La morena se disculpo y no dijo nada a su esposo, simplemente creyó que Aneko había tenido un mal día, sin embargo, todo empeoró con el transcurso del tiempo.

La joven parecía siempre estar de mal humor con su madrastra y ya ni siquiera la llamaba mamá, como lo había hecho desde que nacieron los gemelos. La ojiluna lloraba a escondidas de su esposo y lo estuvo haciendo durante muchos días, hasta que Kenji escuchó todo y enfurecido con su hermana, le contó a su padre lo que estaba pasando.

Durante la estancia en Tokio, Aneko se encontró con una hermosa mujer de cabello rojo. La mayor parecía conocerla y ella también se sintió unida a la dama. La fémina se acercó y preguntó si su nombre era Aneko y desde ese momento, supieron que eran madre e hija. Ninguno de los acompañantes de Aneko se percató de lo sucedido, pero durante todos los días que estuvo en el paseo, lo pasó con su verdadera madre. Mei le sacó unas fotografías y al día siguiente, le sugirió lanzarse como modelo, pues tenía todo el porte y la personalidad para serlo. La Uchiha no se sintió cómoda con la idea, ya que su objetivo era ser enfermera, no obstante, la pelirroja fue muy convincente y poco a poco, la fue convenciendo de cambiar de carrera. Ambas intercambiaron números de teléfono y correos electrónicos. Mei, no escatimó en hablar sobre Hinata y como gracias a su matrimonio con Madara, no podían verse. La azabache no sabía que creer, pero ella era su verdadera madre, incluso conoció a su medio hermano Hamura.

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