Capitulo 11

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Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.


Madara regresó de dejar a Hinata en el auto y se fue hacia adentro de la casa, ya no quiso pasar por donde todavía se encontraban los chicos cantando. Mikoto entró un rato después, con los niños, para que tomaran un baño y se fueran a dormir.

—¿Cenaron ya?—les preguntó a sus hijos.

—Si, comimos de todo y también pastel—respondió Kenji sonriendo y Aneko se limitó a afirmar con la cabeza.

—Entonces vayan a bañarse y yo pasaré a darles las buenas noches, antes que se duerman—los niños se despidieron de Mikoto y subieron a sus habitaciones, para hacer lo que les ordenó el azabache.

—Veo que finalmente, dejaste de ser un ogro con Hinata—señaló la femenina sonriendo.

—Hmph...Solo hice lo que tenía que hacer, por el bien de todos, especialmente por el bien de los niños—trató de restarle importancia, sin lograrlo—Ellos la quieren mucho y yo quiero que ellos estén contentos—afirmó sin inmutarse.

—Pues parecía que no solo los niños, se sentían contentos con ella y no puedo culparte, Hinata es muy linda ¿no crees?

—No es como yo pensaba—confesó, recordando la forma en que se sonrojaba—Te confieso, que me ha sorprendido de muchas maneras. Ahora me doy cuenta, que no todas las mujeres, refinadas y bonitas, son como Mei. Ella y su amiga rubia, demostraron ser sencillas, no parece importarles los lujos, ni la elegancia, sino todo lo contrario—Mikoto sonrió, al escuchar lo que decía su hermano—Hinata me dijo que soy un afortunado, por ser quien cuida del rancho...no parecía decepcionada, al saber que soy un simple trabajador.

—Me da mucho gusto que te hayas dado cuenta y dejes de maltratarla...Ahora creo que deberías tratar de enmendar tus errores, llamando a la escuela y pidiendo que sea ella quien trate a Aneko.

—Lo haré apenas llegue el Lunes—él ya lo había pensado, pero primero debía disculparse con ella—La invite a cenar el próximo Sábado, aquí mismo—confesó sonriendo.

—¡Madara...! Te gusta Hinata ¿verdad?—ante la pregunta, el azabache se quedó pensativo. Claro que le gustaba y le gustaba mas, de lo que hubiera querido.

—¿Que pensarías si te respondo que sí?—cuestiono dudoso, porque técnicamente, él no era el hombre adecuado para ella, puesto que era varios años mayor y ademas, ya tenía a dos hijos, mientras que ella, fácilmente podía escoger a cualquier hombre que le ofreciera ser la primera en todo, sin imponerle hijos de otra mujer, convirtiéndola en madrastra.

—Pensaría que es genial, porque veo mucha química entre ambos. Estoy segura que harían una hermosa historia de amor. Son tan diferentes y a la vez tan similares, es como si lo que a ti te falta, a ella le sobra y viceversa—ahora si estaba segura que a su hermano, le atraía Hinata y la idea le gustó mucho. La ojiperla, se encargaría de sanar las heridas que dejo la desvergonzada de Mei y también sería una excelente madre, con esos niños.

—Todo se escucha perfecto, pero no creo que ella piense lo mismo—soltó siendo realista, pues no podía descartar la idea, de que quizás ella no se sentía atraída en lo mas mínimo hacia él. Aunque con los días se dio cuenta que el pelirrojo, no estaba con ella, tuvo que ver, como cualquier joven menor que él, podía llegar a ganársela, incluyendo a Itachi, con quien se le veía muy cómoda.

—Asegúrate entonces, de que Hinata sienta lo mismo—concluyó lo mas obvio—¿No estarás dudando de tus tácticas de conquista o si?—ambos se rieron y la hermana mayor se despidió, de lo contrario Fugaku entraría a buscarla.

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