Capitulo 23

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Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.


—Pienso que no deberías rendirte, si en verdad lo amas, debes luchar por él—Samui se quedó pensando en lo que le decía Zabuza. No se trataba simplemente de amarlo, Madara Uchiha, era un hombre encantador en todos los sentidos. Su presencia, el dominio que impone durante el sexo, la indiferencia que lo precede, todo en él era un paquete completo y que ahora pertenecería a otra, a una insípida que no tenía mucho tiempo de conocerlo y sin embargo, lo atrapó en su telaraña—En el poco tiempo que llevó de conocerte, te he tomado apreció, por la gran mujer luchadora e inquebrantable que eres... Tu mereces ser feliz y no me parece justo que sufras separada de la persona que realmente puede darte la felicidad—Kakuzu, ni siquiera recordaba de que libro cursi obtuvo esas frases, pero si le servían para poner en marcha su plan, bien podía continuar esforzándose. A fin de cuentas, la recompensa iba ser muy grande.

—Hace tanto tiempo, que nadie me hablaba así... no desde que me dedique a bailar—la rubia estaba conmovida y eso precisamente, era lo que buscaba Kakuzu, a una persona vulnerable que pudiera manipular a su antojo, sin embargo, la suerte no pudo ser más benevolente con él, ya que, al parecer ella también estaba dispuesta a todo por conseguir al hombre que amaba...¡Ese maldito! Su musa estaba con él y sabía que no era como fue con Toneri, en esta ocasión, ella lo veía diferente. La estuvo observando durante la mayor parte de la noche, desde que se encontraron y pudo ser testigo del enamoramiento en los ojos perlados. Fue un duro golpe, pues no imagino que ella ya pudiera estar con alguien más.

—Es de la única manera que se le puede hablar a una gran mujer—añadió para reiterar lo ya dicho y tratando de fomentar aún mas la seguridad de la joven. Ella le dijo que había estado en el Sharingan, en algunas ocasiones, lo que significaba, que podía darle la información que necesitaba para acceder directamente a ella.

—Nada me haría mas feliz que tener a Madara solo para mí... el problema es esa chiquilla, desde que ella llegó, él se fue alejando, sus visitas disminuyeron y poco a poco lo deje de ver, hasta que me los encontré juntos y meses después, todos sabían que ya eran pareja, incluso, se dice que pronto contraerán matrimonio, ya que, ella se mudó a vivir con él—aclaró la chica, luego de agradecer las muchas adulaciones que le hacía el varón. Kakuzu apretó los puños pensando en eso. Ellos vivían juntos y pensar en otro tocando su exquisita piel, le hacía hervir la sangre, ahora más que nunca debía pensar en algo que le diera resultados satisfactorios.

—Quizás yo pueda ayudarte—sugirió mientras les servían otros tragos en el bar al aire libre que encontraron en el carnaval.

—Pero ¿como?—cuestionó desanimada, ya que no se le ocurrió nada para tenerlo de regreso, aunque nunca fue realmente suyo, se conformaba con tenerlo de vez en cuando.

—Me di cuenta, que es posesivo con ella, tal vez, si logro que él piense que su novia esta conmigo, no la perdone y corra hacia ti en busca de consuelo—justo en el clavo, pensó Kakuzu cuando miro el brillo en los ojos de la rubia. La idea le pareció perfecta y con lo temperamental que es Madara, no le cabían dudas, él se decepcionaría de ella y una vez despechado, correría a sus brazos—Lo único que necesitó, es saber cómo acceder a la chica y así, poder montar una escena donde, parezca que estamos juntos—estaba hecho, lo supo con solo verla. Sin que la rubia lo sospechara, le daría todo lo necesario para acceder a su musa y cuando descubriera que sólo la utilizó para sus intereses, sería demasiado tarde, ellos estarían muy lejos, viviendo felices.

—Yo conozco el rancho y sus alrededores... en el lado del norte, hay una pequeña entrada cerca de la casa y justo tras dos árboles de cerezos—la joven lo recordaba, pues una de las veces que estuvo con Madara, observó el sitio desde la ventana, donde se sostenía, mientras mantenían una acalorada sesión de sexo—No es exactamente una entrada, es mas bien, un espacio entre los dos muros de concreto, por donde puede acceder una persona delgada.

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