OCHO

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El día siguiente volvió Saint a visitarme y se encontró con mis padres en mi habitación. No se habían visto desde el día del accidente ni estaban enterados de su embarazo.

Noté que Saint estaba más tranquilo, pude ver en su rostro que el enojo del día anterior se había convertido en una enorme tristeza.

Y ahí frente a mí, les explicó a mis padres lo que había sucedido aquella noche:

— Durante la fiesta, tuvimos una discusión muy fuerte Señora —decía dirigiéndose a mi madre—  él había tomado mucho y estaba muy mal. Se alejó por unos momentos con su amigo Mark y
cuando regresaron los dos estaban como locos. Tenían la mirada perdida y decían cosas incoherentes. Habían ya decidido irse de la fiesta, yo intenté detenerlos pero no pude. Dando tumbos se subieron al coche de Mark y arrancaron rechinando las llantas a toda velocidad, yo me quedé parado en la calle observando cómo se alejaban. Al llegar a la esquina ignoraron la luz roja del semáforo... —hizo una pausa y se quedó mirando hacia el piso tratando de recordar lo que había visto. Mi madre se tapó la boca con la mano como queriendo aguantar el llanto, mi padre puso su brazo alrededor de sus hombros y Saint continuó:

— Un camión de carga se estrelló justo en la puerta del conductor, me parece que el chofer no tuvo siquiera oportunidad de frenar, los golpeó con tanta fuerza que el auto dio varias vueltas antes de quedar con las llantas hacia arriba... Yo corrí hasta donde estaba el auto y cuando los ví, atorados entre fierros y vidrios, llenos de sangre... estaba seguro de que los dos habían muerto.

— Bueno, y ¿qué pasó después?

— ¿Qué hiciste?, ¿Adónde fuiste? —preguntó mi padre.

— No recuerdo bien lo que pasó...recuerdo que la gente se empezó a juntar alrededor del auto y que me empujaban para poder ver lo que había pasado. Yo empecé a caminar alejándome del lugar... estaba como dormido, caminé por mucho tiempo sin saber de mí. No recuerdo ni cómo llegué a mi casa.

— Pero, ¿por qué no nos llamaste Estábamos muy preocupados por ti. No sabemos dónde vives, ni
tu teléfono —preguntó mi madre.

— Perdónenme señora... estaba tan asustado. Después de lo que pasó, caí en una fuerte depresión y, tratando de sentirme mejor, me fui a vivir con una tía lejos de aquí, convencido de que habían
muerto.

— Bueno y ¿ese bebé que estás esperando? Es de...

— De él señora, de su hijo -la interrumpió.

— Pero... nunca nos comentó nada —contestó mi madre.

—Él tampoco lo sabía señora, yo iba a decírselo en la fiesta... pero ya no puede hacerlo —dijo.

Mi madre y la abrazó llorando. Saint también la abrazó mirando a mi padre buscando su aprobación. Mi padre puso sus fuertes brazos alrededor de ellas para mostrar su apoyo. Así estuvieron unos momentos y después Saint comentó:

— Vine a la ciudad a que me examinaran y me enteré de que él estaba aquí. Por eso vine, sólo para encontrarlo así... —decía mientras me miraba con los ojos llenos de lágrimas.

— Sé fuerte hijo —contestó mi madre, tomándola de la mano y también volteando a verme.

Siguieron comentando sobre lo que había pasado y sobre el embarazo. Me enteré entonces de que le faltaban tres semanas para dar a luz. Me sorprendió la fortaleza que mostraban todos y entendí por qué mi guía me había llamado arrogante cuando me quejaba de lo que me estaba pasando.

Dentro de todos nosotros hay una gran fortaleza que nos permite salir adelante de las peores situaciones — comentó mi guía—. Una y otra vez nos reponemos del dolor que nos causa perder lo que amamos.

Esclavo [Perth Tanapon / TERMINADA / Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora