– ¿Te has preguntado...? – La última letra se alargó y bajó en volumen al punto de esfumarse a la par del aire que sus pulmones contenían.
La pregunta y la conversación se volvieron inexistentes, ahora no había forma de hacer que su cerebro trabajara en formular alguna oración coherente, Volkov quitándose la ropa frente a él era una situación un tanto irreal. No podía evitar sentir un poco de culpa puesto que se encontraban en horas de trabajo, pero la piel porcelana marcada con tinta oscura podía considerarse un delito en el mundo de Horacio.
Tuvo que parpadear un par de veces para salir de su ensoñación y tomar la ropa del ruso ya que finalmente se encontraba en el agua buscando el cuerpo de aquel hombre con el que hablaban minutos antes. Le pareció gracioso ocultar su ropa en el patrulla; ya se inventaría algo para hacerle pasar un poco de vergüenza o tal vez asustarlo por haber perdido sus pertenencias.
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Aunque había bromeado con Volkov intentando hacerlo sentir nervioso o avergonzado por no llevar ropa, no lo había logrado, de hecho, lo notaba bastante sereno. Ambos estaban en la sala, y Volkov seguía en aquel bóxer blanco. Sería una mentira muy descarada el decir que Horacio se encontraba tranquilo en esa situación, realmente no lo estaba. En cambio Viktor no se percataba de los nervios del menor, siendo completamente ajeno al torbellino de emociones que sacudía el interior del contrario.
No quería incomodar al ruso y por eso intentaba no desviar su mirada del televisor, pero era verdad que en ocasiones le miraba de reojo, paseando sus orbes bicolores por la figura del más alto, deteniéndose en el pecho y bajando lleno de culpa hasta su entrepierna.
Estaba sonrojado por la imagen que estaba presenciando y se sentía como un adolescente emocionándose por algo tan simple como un hombre en ropa interior. Pero no se le podía culpar, ¿no? Era Viktor Volkov, semidesnudo en su casa.
A su lado.
En su sofá.
Con el corazón latiendo a mil y las mejillas tintadas de un tono carmesí, se levantó apurado y sin decir una sola palabra, se encerró en su habitación. Esta locación no le ayudó a calmar la concentración de sangre que amenazaba con hacerlo tener un problema mayor, de hecho estaba empeorando la situación en sus pantalones. Podía sentir la leve presión y comenzaba a molestar cada vez más.
No quería, ni podía tocarse.
Su cuerpo se fue deslizando contra la puerta, como si este fuese un tipo de protección que evitaría que el ruso entrara a buscarlo en caso de que su comportamiento le hubiese parecido extraño. Lo cierto era que Horacio había estado muy callado desde la situación en el muelle, y para Volkov no hacía sentido ya que no era consciente de lo que había causado en el menor. Sí que había bromeado un poco en su típico tono pícaro, pero no tanto como en otras ocasiones y esto hizo sospechar un poco al mayor, aunque no lo había alarmado por completo.
Los minutos parecían horas para el hombre de cresta que intentaba no pensar más en el ruso; si bien era alguien muy abierto sexualmente, le parecía mal el tocarse teniéndolo en casa. Podría ser considerado una falta de respeto para el mayor y lo que menos quería era hacerlo sentir incómodo. Bufó en signo de frustración y se levantó para ir al baño con la intención de mojar su rostro y relajarse.
Volkov por su parte quiso seguirlo inmediatamente cuando lo vio subir sin decir nada, pensando que tal vez lo había hecho enojar. Sin embargo, no lo hizo.
Tal vez necesita su espacio, no debería ser tan invasivo.
Cinco.
Diez.
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ONE SHOTS / Volkacio (+18)
FanfictionHistorias cortas del ship supremo: Volkacio. - +18 / NSFW