Después del largo día que habían tenido, llegaron al momento más esperado.
Ambos hombres descansaban en el sofá blanco de la sala del menor, sus cuerpos agradecían de dicha inactividad, ya que el día había sido bastante movido. Sus miradas estaban fijas en el televisor, dando toda su atención a un programa de cocina; sus respiraciones, lentas y relajadas, reflejaban la paz que sentían en ese instante.
Un ligero escozor fue manifestándose en la espalda de Volkov, siguiéndole su brazo a la vez; desde que habían vuelto de la tienda de tatuajes, una molestia surgía en las zonas de vez en cuando. Para Horacio no era algo relevante, debido a la cantidad de veces que había llenado alguna parte de su cuerpo con tinta, la sensación después de obtenerlo no era la gran cosa.
La mirada del mayor se posó en el contrario, planeando cómo hacerle saber que estaba incómodo con la sensación de ardor. Avergonzado, volvió la mirada hacia la televisión y se removió en el sofá, en un intento de calmar su piel. El asunto no mejoró, al contrario, por lo que un ligero gruñido escapó de sus labios. Frotó su brazo contra su pantalón, queriendo desaparecer aquella molesta picazón.
Horacio despegó los ojos de aquella pantalla, dándole toda su atención al hombre que estaba a su costado. Frunció el entrecejo, al verlo removerse, y se dio cuenta de lo que pasaba.
- ¿Te pican los tatuajes? No te frotes así, solo lo vas a empeorar - estiró sus manos, tomando al ruso por sus muñecas.
- Estoy hasta la mierda - se quejó, casi infantil - ¿no tienes algo? ¿Una pomada?
- Sí, vamos - sonrió el federal; se reincorporó de aquel mueble y, se dirigió a las escaleras, guiando al mayor tirando de su muñeca.
Ambos subieron, aunque uno parecía tener más prisa por la molestia en su piel. Horacio lo miraba de reojo, divirtiéndose con la actitud de su compañero.
- Acuéstate bocabajo y ahora vuelvo con la pomada - ordenó el menor, siendo obedecido de inmediato.
Volkov se tiró en la cama, deseoso de poder aliviar el ardor. Respiró profundamente, y el aroma de Horacio inundó sus fosas nasales; fue inevitable repetir la acción con intenciones de seguir deleitándose con su olor. Esperó al menor, aún impaciente pero disfrutando el estar en su cama; lo escuchaba abrir y cerrar cajones, hasta que finalmente oyó sus pasos dirigirse hacia él.
- Pero quítate la camiseta, bobo - lo reprendió con voz suave, ocultando una risa.
- Joder, no lo había pensado - murmuró avergonzado.
Se reincorporó, sentándose y dirigiendo sus dedos hacia el borde de su prenda superior, retirándola rápidamente. Volvió a acostarse bocabajo, y ladeó su cabeza en un intento de mirar al menor. Solo lo vio sonreír, y acercarse a su espalda.
- Con permiso - dijo Horacio con voz aterciopelada, dejándole saber que comenzaría con la aplicación de la pomada.
Sintió sus dedos contornear a la gran mariposa que adornaba su espalda; el tacto era suave, y la pomada comenzaba a hacer efecto. Ya más relajado, el mayor dejó escapar un suspiro, feliz de aliviar aquella molestia. Horacio, por su parte, admiraba la espalda del ruso, aprovechando la oportunidad para inspeccionarla muy de cerca. Sus ojos se paseaban por ella, analizando las marcas causadas por distintas situaciones vividas hace 11 años. Se encargó de distribuir correctamente el producto, notando que el ruso se había calmado apenas comenzó con la aplicación. Sonrió en sus adentros, sintiéndose un poco tonto al no haber tomado en cuenta que eso era algo que podía pasar.
- A ver tu brazo - mencionó con un tono de voz muy suave, despegando la mirada de aquella ancha espalda, y sacando al ruso de su trance.
- ¿Eh? - se removió, aún bocabajo - Ah, ya - estiró su brazo, siendo tomado por el menor inmediatamente.
ESTÁS LEYENDO
ONE SHOTS / Volkacio (+18)
FanficHistorias cortas del ship supremo: Volkacio. - +18 / NSFW