¿Sueño? Parte 2

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Físicamente en el trabajo, pero mentalmente en el sueño que había tenido la noche anterior. Recordaba la versión más grande de sí mismo recostada en el sofá del comisario Volkov, desnudo, siendo atendido por su ruso favorito y una versión más grande de este. Aunque no fuese su piel la que tocaban, se sentía como tal. Su corazón latía desembocado, acelerado, ansioso. Todo se veía extremadamente real y, aunque por lo general los sueños los recordaba a medias, justo este se había plantado al punto de echar raíces hasta causar repentinas erecciones.

Estaba perdido en sus pensamientos, en el recuerdo de algo que fue tan solo producto de su mente. Pero se había sentido demasiado real, los gemidos de ambos rusos mezclados con los suyos, aunque estos últimos con un velo que le hacía sonar más grande, más maduro. La larga escena se repetía constantemente, desde el momento en el que siguió al Volkov del futuro y lo vio arrodillarse frente a su otra versión, hasta que lo limpió y abrazó hasta caer en un profundo sueño. No podía olvidar los labios de aquel imponente hombre abriéndose para darle paso a su erección, recibiéndola gustoso.

Él también quería aquello, incluso se sorprendió al descubrir que era el comisario quien se encontraba detrás, llenándolo y haciéndolo gemir de tal forma que ahora huía con solo verlo en comisaría. Avergonzado de pensar tanto en él al punto de soñarlo de tal manera. Las estocadas que recibía el otro Horacio aún resonaban en su aturdida mente, haciendo eco y haciéndolo casi sentirlas una a una.

Odiaba sentirse tan caliente estando de servicio, y en ese momento deseaba que el suelo lo tragara por completo. Volkov se acercaba cada vez más. Las suelas de sus elegantes zapatos resonaban y podía jurar que sus latidos iban a la par, así como la temperatura de su rostro le indicaba que un creciente sonrojo se formaba en su cara. Sus ojos se movían nerviosos por la zona, como si fuese a encontrar una salida. ¿Por qué se sentía de aquella manera? No había forma de que el comisario pudiera leer su mente, no debería saber que lo soñó. Y doble.

El peligris le dedicó una dura mirada que no superó ni un par de segundos. Y se fue.

Un suspiro escapó, traicionándolo.

'Joder, qué débil soy'.

**

Nuevamente en comisaría, y otra vez enfrentándose a ese sueño que le perseguía a todas partes. No es que le molestara, pero era difícil hacer su trabajo o seguir su rutina con la mente inundada de pensamientos gráficos donde era penetrado bruscamente. Aunque había algo que le llamaba más la atención, y era la actitud del Volkov más grande. El cómo bajó sin pensárselo dos veces, o el cómo le miraba al momento de chupar todo su tronco, jugando con el glande.

Aunque el comisario fuese el dueño de sus sentimientos y pajas, no podía alejar el deseo de ser tocado por el Volkov del futuro. Quería el contraste entre su tamaño y su actitud melosa, sus grandes manos tocándolo de la única manera en la que podría tocarlo. Delicado, suave. Amoroso.

Y si no estuviera tan perdido en sus pensamientos – y recuerdos – se habría percatado de Volkov haciendo presencia en los vestuarios. Debía deshacerse de esos nervios traicioneros, porque tampoco le dejaron darse cuenta de que ese no era el comisario que él conocía.

Claro que era Viktor Volkov, pero con unos años encima. Y no le habían sentado nada mal.

'Esto debe ser un sueño'.

'Definitivamente es un sueño'.

– ¿Horacio? – preguntó el mayor estúpidamente. Claro que era Horacio, pero no el que él conocía en la actualidad. Era aquel del cual no pudo conocer tanto, por su propio orgullo. Por cerrarse, por miedo.

– ¡Vo- Volkoff! – 'Mencionar que esto es un sueño hará que pare, quiero sentirlo al menos aquí' pensó el más joven. Se acercó coqueto, batiendo sus pestañas y sonriendo. Causó el efecto deseado, porque el corazón del contrario latía con fuerza.

ONE SHOTS / Volkacio (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora