Celos

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La escena con la que se encontró al llegar al restaurante no fue la más grata.

Después de encargarse de Ivanov, se arregló colocándose aquella camisa color vino que tanto le gustaba a Horacio cuando era solo un alumno del CNP. Todo el camino pensó en cómo actuaría en la cena; estaba ansioso y emocionado por llegar al lugar y ver al menor. Realmente deseaba pasar un buen rato con él, por ello, su disgusto fue muy evidente al ver que el de cresta no estaba solo.

Había una larga mesa en la que estaban dos chicas y dos chicos charlando animadamente con el federal. A pesar de que aquello lo descolocó completamente, intentó mantener la misma expresión seria de siempre.

Se tronó los dedos antes de acercarse y saludar, aunque lo que más deseaba en ese momento era decirles que no debían estar ahí porque esa cena era solo para Horacio y él.

Priviet – saludó intentando mostrarse tranquilo, pero falló, sonando molesto y cortante.

– Buenas, Volkov – dijo Horacio, viéndose bastante relajado – espero que no te moleste, pero... invité a algunas personas – mencionó, señalándolas y riendo suavemente – amigos médicos.

– Ya... ya veo, no hay problema – murmuró mientras se sentaba frente al menor, apenas mirando a los demás.

– Buenas noches, ¿eres Volkov, verdad? – dijo una de las chicas, intentando incluirlo en la conversación.

Da, pero no me tutee, señorita – contestó tajante, y después dejó escapar un suspiro que demostró su molestia.

– Una disculpa – fue lo único que dijo la pobre chica antes de volver a hablar con los demás en la mesa.

Después de que el mesero tomara su orden, la plática fluía maravillosamente para todos, menos para el ruso. Este se había dedicado a solo escuchar la conversación, jugaba con sus manos y en ocasiones bebía sake para sentir algo en su garganta, ya que esta parecía secarse con el paso del tiempo a pesar de no hablar.

Cada minuto era eterno, no podía evitar sentirse fastidiado con las risas que soltaba su compañero, aquellas que hasta parecían ser lo más ruidosas posible con el único objetivo de hacerlo enojar.

Aunque su mirada viajaba por el local, sus ojos siempre terminaban descansando sobre la figura del moreno. Veía la manera en la que estaba vestido, su cresta perfectamente acomodada y sus gestos coquetos hacia el hombre que tenía a su derecha. Fue inevitable el cerrar los puños debajo de la mesa así como el apretar su mandíbula. Tragó saliva y suspiró pesadamente, estaba muy incómodo. Tal vez era ridículo sentirse de esa manera, debido a que era él quien se negaba a llegar a algo más con ese hombre. Sin embargo, no podía desaparecer ese sentimiento que se estaba anudando en la boca de su estómago, amenazando con hacerlo sentir cada vez peor.

– Yo paso mucho por el hospital, eh... – escuchó a Horacio hablar, vio ese brillo juguetón en su mirada y parecía no percatarse de que lo estaba viendo con una intensidad insuperable – ¿cómo es que no te había visto antes? – soltó riendo y llevando una mano hacia el pecho del EMS que hasta ahora había sido el más decidido a coquetear con el menor.

– Bueno, es que no llevo mucho tiempo, pero igual y nos podemos ver más seguido – contestó con una sonrisa, encantado con la personalidad coqueta del federal.

– Sí, sí que podemos – le respondió alejando la mano del pecho del chico y guiñándole un ojo en el proceso.

Volkov bufó ante la escena, se sentía como un imbécil presenciando todo ese flirteo en primer plano, necesitaba irse.

– Lo siento, caballeros, señoritas – llamó la atención de todos en aquella mesa, causando una expresión de confusión en el rostro del francés – recordé que tengo que hacer algo y no puedo acompañarlos en la cena, pero espero que disfruten, do svidaniya.

ONE SHOTS / Volkacio (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora