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La menor corrió espantada hasta donde estaba el chico, tratando de ayudarlo siendo de soporte para que no se cayera, pero apenas tenía 11 años. No tenía la fuerza para soportar tanto peso como el de un adolescente mayor que ella.

—¡Katsuki-oniichan ¿qué rayos te sucedió!? —preguntó asustada al verlo lleno de golpes y cortadas, y se petrificó cuando vió como caían unas cuantas gotas de sangre de las cortadas que estaban en diferentes partes de su cuerpo, eso la hizo tragar saliva. —¡Estás sangrando! Debemos ir a un hospital onii-chan. —prácticamente le rogó, pero el cenizo no accedió diciendo que estaba bien.

—No te preocupes por mi, mocosa. Sólo fue una pelea con unos estúpidos bastardos, pero les demostré que soy mucho más fuerte que ellos. —aclaró el de ojos carmín apoyándose un poco en la menor, sentía que estaba cerca de perder la consciencia. Había sido una fuerte batalla.

—¿Qué dices? ¡Estás más pálido que de costumbre! Debemos curarte. —dijo firme la menor haciendo su mayor esfuerzo por no caer. Su padre la obligaba a entrenar diariamente, así que trató de dar su mejor esfuerzo.

—Estoy bien, enserio... déjame aquí, llamaré a alguien para que me busque.

¡No! —declaró firme. Sin rendirse comenzó a caminar en dirección a su casa, sabía que sus padres y su hermano estaban fuera de casa pues se pasaba la mayor parte del día sola y encerrada, así que no tendría que darle explicaciones a nadie y sería más rápido curarlo. —Te llevaré a mi casa y ahí te curaré las heridas, mi hermano me enseñó primeros auxilios por lo que no será complicado.

—... ¿Sabes que eso de llevar a un desconocido a tu casa, se oye y se ve mal?

—No eres un desconocido.

—¿Ah no?

—No, eres mi amigo. —dijo con simpleza la menor sin dejar de mirar el frente decidída y concentrada para poder ayudar a seguir en pie al mayor. Katsuki abrió la boca pero no pudo replicar nada por el dolor y cansancio. —Mejor no digas nada onii-chan, mi casa no queda lejos de aquí.

Diez minutos fue lo que tardaron en llegar a la casa, no, a la mansión de la menor. Por fortuna el cenizo seguía consiente, pero no por mucho.

La castaña entró sin miedo a que alguien la recibiera, no era secreto que sus padres y hermanos no estaban, los mayores trabajando y el adolescente en su escuela.

Lo llevó hasta su habitación cerrando con seguro la puerta por si acaso y dejando al pálido chico en la cama sin importar que se ensuciaran las sábanas, ya las lavaría después.

El de ojos carmín fue cerrando los ojos lentamente mientras balbuceaba incoherencias, para finalmente caer inconsciente en la cama. Hana asustada sacó un botiquín de debajo de su cama y con sumo cuidado sacó la camisa del joven para curar sus heridas.

Después de desinfectar, curar y vendar todas sus heridas, tomó la ropa del adolescente para lavarla y buscar en el closet de su hermano mayor un conjunto de ropa que esperaba le sirviera a su amigo.

Preparó un poco de ramen instantáneo ya que, por más estúpidamente ricos que fueran sus padres, eso era lo único que le dejaban para que al menos pudiera sobrevivir con algo en el estómago en todo el día.

Los minutos pasaron hasta que por fin el cenizo recobró el conocimiento, mirando extrañado donde estaba hasta que sintió la mirada preocupada que le dedicaba la menor.

—Hana ¿Dónde estamos?

—En mi casa onii-chan.

—Oh... entonces asumo que ésta es tu habitación.

—Así es. —comentó con una sonrisa.

—¿Por qué... es así? —preguntó observando curioso toda la habitación.

—¿Así cómo?

—¿Por qué las paredes... —paró un momento para acercarse a la roja pared de su lado y olerla. —...huele a sangre?

—Las pinté con mi sangre.

La mirada de Bakugou rápidamente se dirigió a ella.

—¿Qué?

—Es que- —se vió interrumpida cuando escuchó sonido de la puerta principal ser abierta. Se levantó rápidamente y se acercó al cenizo. —Hazme caso y escóndete debajo de la cama o en el baño.

Bakugou no tuvo que escucharlo dos veces, se metió dentro del baño con cuidado de no moverse tanto para no volver a abrir sus heridas recién curadas. Justo a tiempo, ya que al estar escondido del todo escuchó unos pasos firmes dirigirse hacía la habitación.

Hana guardó toda la evidencia que implicara y dijera que alguien más estaba en aquella habitación debajo de su cama. Se acostó en la misma con las sábanas llenas de sangre e hizo como que estaba leyendo un libro sobre vampiros.

La puerta de la habitación abrirse de un golpe fue lo siguiente que pasó, pero la castaña ni se inmutó, simplemente miró a su padre con una sonrisa.

—Hola. Bienvenidos. —habló simple recibiendo a sus padres sin borrar su sonrisa.

—¿Sabes lo que más odio de ti? —preguntó su madre acercándose a ella de manera peligrosa, la menor no hizo nada para retroceder, simplemente siguió sonriendo.

—Mi sonrisa.

—Y aun así sigues sonriendo. —comentó con furia para darle una fuerte bofetada a la castaña, capaz de tirarla de la cama y que escupiera un poco de sangre.

—¿Por qué tus sábanas estan manchadas? ¿Mataste a alguien? ¿O es tuya? —preguntó indiferente su padre desde el umbral, Hana siguió sonriendo.

—De ser así ¿Qué harías? Más importante ¿Le prestarías atención? —preguntó con inocencia fingida y un tono de burla, su padre no hizo nada, sin embargo, la mujer le pateó el estómago.

—Respeto jovencita insolente.

—Déjala Rea, da igual lo que haga siempre y cuando no deje evidencias que la relacionen con nosotros. Vámonos, esto ya me aburre. —dijo neutro alejándose de la habitación. Antes de irse, la mujer levantó del piso a la de ojos color cobre para empujarla hacía el escritorio y hacerla chocar con la punta del mismo. Un chorro de sangre se esparció por la frente de la chiquilla.

Sonrió más grande.

—También te quiero, mamá. —un nuevo golpe le fue propinado, manchando las rojas paredes con su sangre otra vez.

—¡No me llames así, basura! Tu madre te abandonó, sólo eres un parásito en ésta familia. —dijo furiosa para salir echando humo por las orejas.

La castaña dejó su actuación para caer al piso con los ojos blancos, al borde de perder la consciencia.

Sintió unos pasos acercarse a ella, se podía imaginar quien era. Sintió vergüenza de que la viera en ese estado y supiera su secreto.

—Mocosa...

Sintió como era elevada con cuidado para después ser dejada en un superficie tan suave y cómoda, esa sensación la conocía, estaba en su cama.

—Voy a curarte, mejor duerme.

Y como si fuera magia la menor se desmayó completamente, haciéndole el trabajo más fácil y rápido a Bakugou.

Villain |Villain!Bakugou Katsuki|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora