Cuando llegó a la casa, su madre la miró sorprendida, pero tan solo le preguntó cómo estaba. Nada más. Ni el por qué la vuelta repentina, ni por Mei. Lo que agradeció bastante. Una vez en su habitación, vació las maletas, sacó de la bolsa el peluche de oso y se tumbó abrazada a él. - Yo también lo siento, Kumagoro. Esa tonta de Mei nos abandonó a los dos. - Y ahogó su llanto contra la cabeza de aquel animalillo.
Pasó un tiempo. Ahora se estaba centrando en los estudios, pero sin llegar a extremos enfermizos. También volvió a quedar de vez en cuando con Sara y Tamao, con las que seguía compartiendo la mayoría de las clases. Un día que la biblioteca estaba llena de gente, fueron a la casa de la rubia a estudiar juntas. Al llegar a la casa, fueron saludadas por Ume, la cual les ofreció refrescos y algo de comer pero en ningún momento mencionaron a Aihara. Cosa que extraño un poco a las chicas. Cuando se quedaron a solas con ella en la habitación, al principio dudaron pero finalmente la preguntaron.
- Oye, Yuzu. - Dijo Sara casi susurrando. - ¿Tú no vivías con Mei?
- Sí. - Fingiendo una sonrisa. - Pero hubo algunos problemas con la salud de su abuelo y tuvo que ir a vivir con él.
- ¿Eso es todo? - Insistió extrañada.
- Sí, volví con mi madre porque se me hacía raro estar sola en aquel apartamento.
- Yuzu, no sé si eres consciente de que llevamos años siendo compañeras, casi podría decirse que somos como de la familia. - Habló ahora Tamao. - Y... últimamente no pareces estar demasiado bien.
- Sí, especialmente estas últimas semanas... - Dijo Sara de nuevo.
- Es sólo que estoy preocupada por las clases.
- Yuzu, te contaré una historia. - Hizo una pequeña pausa e hizo una señal para que se sentara a su lado. - Verás yo ya conocía a Mei de antes.
- ¿De antes? - Preguntó Tamao.
- Sí. Fue en una excursión de primero de bachillerato. Mi hermana y yo nos perdimos en la estación de trenes de Tokio y ella nos ayudó a encontrar nuestro grupo. En ese momento yo... me enamoré de ella.
- ¿Eh? - La miró la rubia confusa.
- Aunque luego la perdimos y pensé que no la volvería a ver... ¡Imagina mi sorpresa al descubrir que las dos estábamos en el mismo hotel en Kyoto! Creí que el destino me había dado otra oportunidad. Así que en cuanto la vi a solas, me declaré. Pero ella bajó la mirada y me dijo que no lo tenía permitido. Mientras hablaba se reflejaba una gran tristeza en su cara. Entonces pensé que estaba pasando por un mal momento y no quise atosigarla. - Hizo una pequeña pausa. - Yuzu, ahora mismo tienes la misma expresión que Mei aquel día. Quizá no podamos hacer nada al respecto, pero ¿no crees que sería bueno que nos contaras que pasa?
- ... - Suspiró y agarró el anillo que tenía colgando, intentando no derrumbarse. - Mei... Tiene que casarse con su prometido para poder heredar la academia Aihara. Se fue a vivir con su abuelo para hacer los preparativos.
- Así que era eso...
- Lo único que quería era verla feliz. Quería estar a su lado y hacerla sonreír. Sin embargo, para cumplir su objetivo ha tenido que poner fin a nuestra relación. - Las lágrimas empezaron a derramarse. - Lo último que deseo es molestarla... por eso yo... - Apenas podía hablar por el nudo en la garganta. - yo ya no... ya no puedo hacer nada.
- Gracias por contárnoslo. - Dijeron las otras dos chicas que también habían comenzado a llorar. Y la abrazaron en un intento de calmarla.
Unas horas después las dos compañeras se fueron a sus respectivas casas, dejando a la rubia más tranquila. Haber contado lo que la hacía sufrir la alivió bastante. El siguiente paso era contárselo a su madre en la cena. Fue complicado empezar, pero luego resultó que su madre ya había notado la relación especial que tenían ambas, incluso desde antes que ella misma se hubiera dado cuenta. Y como era de esperar, le dio todo su apoyo y amor incondicional. Yuzu se sentía afortunada tanto de tener esas amigas, como de tener una madre tan genial en quien confiar. Sentía ahora más que nunca, que había elegido la profesión adecuada, aunque ya no pudiera ayudar a Mei, podría ayudar a gente que se sintiera perdida o abandonada. Podría contribuir a hacerles más llevadero ese paso y volver a estar bien.
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Pasaron días, semanas, meses, y en todo ese tiempo no vio a la morena por la universidad, ni siquiera las veces que se paseaba por todo el para airearse y casualmente pasaba por su facultad. Era como si la tierra se la hubiera tragado.
- No es bueno que hagas esto, ¿sabes? - La dijeron desde atrás, asustándola.
- ¿E---el qué? - Preguntó volviéndose. - Solo estoy tomando el aire.
- ... - Suspiró - Ha pasado casi un año y la sigues buscando.
- No, yo no---
- Ella se fue y no volverá. A estas alturas ya debe estar casada y embarazada. Así que por favor, no te tortures así.
- No me torturo. - Dijo desviando un poco la mirada. - Solo daba un paseo y de casualidad llegué aquí.
- Siempre acabas aquí.
- Bueno, la universidad tampoco es tan grande, así que la probabilidad es grande.- Bromeó sonriendo.
- Olvidala y aceptame a mí. - Suzumi Tamao en este tiempo comenzó a ser más cercana a Yuzu. Llegando incluso a declararse, pero ella rechazó la propuesta. Aún así, continuaron siendo amigas. - Ya sabes que yo lo daría todo por ti. Nunca te abandonaría como lo hizo ella.
- ... - La miró molesta.
- ¡Perdón! - Juntó las manos suplicante. - Es que me molesta un poco, ya sabes.
- Sí, lo sé... y lo siento. Ojalá pudiera corresponder tus sentimientos.
- ¡Tranquila! Sé que algún día sucumbirás a mis encantos. - La guiñó un ojo.
- Venga volvamos.
- Sí, mi señora.
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Un día haciendo zapping en la televisión vió de refilón el titular de una noticia sobre la familia Aihara. Lo poco que alcanzó a escuchar es que hubo un incendio eléctrico en la mansión de la familia. Con el resultado de dos víctimas mortales y dos heridos fuera de peligro. No dieron más datos ni pusieron imágenes. Se quedó petrificada. "No puede ser, tienen que ser otros Aihara. Es imposible que sea la familia de Mei. Sí... definitivamente, no pueden ser ellos." Se quedó esperando a ver si daban más información, pero no fue así. Y tampoco salió nada en otras cadenas. Intentó buscarlo en internet, pero tampoco fue fructífera su búsqueda.
Lo único que se le ocurrió hacer fue llamar a Momokino, hacía mucho tiempo que no hablaban. Le daba miedo después de "aquello". Pero necesitaba saber.
- ¿Dígame?
- ¿Momokino?
- ¿Okogi, eres tú? - Preguntó sorprendida.
- Sí, verás... ví una noticia en la televisión, pero no ha salido en ningún otro medio---
- Sí, pidieron que no se hiciera público y lo poco que había salido se encargaron de eliminarlo rápidamente.
- ¿Qué?¿Por qué sabes eso....? No me digas qué---
- Okogi, se supone que no debería decir esto a nadie, pero---
- ¿Pero qué? - Estaba empezando a alterarse demasiado.
- ¡Perdona! Es que todo es un caos ahora mismo. Tuve que cambiarme de habitación. - Suspiró. - Pero tú fuiste la persona que más feliz hizo a MeiMei y si siguiera contigo todo sería diferente ahora. Ella está viva. Pero su abuelo y su padre han fallecido.
- No.... Shou y el director están... muertos... - Dijo quebrándose.
- Sí.
- ¿Y Mei, cómo está?
- No puedo contarte más, lo siento. - Y colgó el teléfono.
La rubia soltó el móvil. Cogió a Kumagoro, se derrumbó en su cama. Y lloró frustrada e impotente ante aquella situación.
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#MantenteASalvo
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¿Por qué...? [Citrus]
FanficYuzu decide estudiar la carrera de psicología para entender mejor y ayudar a las personas. Eventualmente conectará... Citrus AU Spin-off - Citrus no me pertenece.