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La confusión duró poco a pesar del repentino beso. Cerró los ojos y correspondió. Cuando se separaron, la morena apoyó su frente contra la de ella y suspiró. La rubia mantenía los ojos cerrados, quería saborear el momento, levantó los brazos para abrazarla, pero la otra chica se apartó. Resopló con decepción y abrió los ojos. La chica Aihara estaba al lado de la puerta, en la que tenía los ojos clavados. La atracción paró.

- Mei. ¿qué significó eso?
- Yo... no lo sé. - La puerta se abrió y la joven salió apresuradamente.
- ... - Salió corriendo tras ella y cuando estuvo a su alcance la agarró de la muñeca, haciéndola parar. - Mei, ¿qué estás haciendo?
- No estoy segura. - Dijo sin mirarla.
- Hey chicas, ¿como os fue en la noria? - Interrumpieron las otras chicas.
- No estoy segura. - Murmuró molesta soltando a la morena del brazo.

Actuaron como si nada hubiera pasado mientras volvían a casa con las demás. Unos minutos después de despedirse de Momokino y Taniguchi, mientras caminaban, la rubia se puso tras la otra chica, la abrazó por la espalda, deteniendola.

- Oye Mei, ¿puedo hacerme ilusiones? - Apoyó la cabeza en su hombro. - Explicamelo, ¿qué significó ese beso?
- ... - Bajó la cabeza y suspiró. - Quería comprobar algo.
- ¿Comprobar? ¿Puedo saber qué?
- No.
- Espero que ese algo al menos merezca la pena. - Se separó y comenzó a andar.
- ... - Suspirando la siguió.


Llegaron a casa y encontraron una maleta a un lado de la entrada. Rápidamente apareció en la puerta del salón un hombre de cabello oscuro y ojos violetas. - ¡Mei, Yuzu! - Era Shou, que corrió a abrazarlas. Tras saludarlas efusivamente, les hizo la cena y mientras comían les contó historias de sus viajes. Cuando llegó la hora de dormir, la rubia se ofreció a llevar las cajas de vuelta a la habitación de invitados, pero él se negó, aludiendo que con que estuviera libre la cama le servía. Lo siguientes días, la morena se pasó los días haciendo papeleo junto con su padre. A veces miraba a la otra chica de reojo, incluso en alguna ocasión parecía que quisiera decirle algo, pero rápidamente se enfocaba en los papeles. La joven Okogi se limitaba a observarlos, queriendo encontrar un momento en el que se quedaran a solas para hablar, pero parecía imposible.


Uno de los días que Mei tenía clase horas antes que ella, se quedó a solas con Shou. Desayunaron juntos, comentando algunas noticias que salían en la televisión. A veces le miraba y se preguntaba cómo padre e hija podrían ser tan parecidos y a la vez tan diferentes. Entonces una pregunta del hombre la dejó descolocada.

- Oye Yuzu, ¿hoy tienes que hacer algo?
- ¿Eh? - Le miró extrañada.
- Mei me comentó que tal vez quisieras comprar algo para la fiesta y me pidió que te llevará. - Intentó aclarar.
- ¿Qué? ¿Qué fiesta?
- ¿No te lo contó? - Llevándose la mano a la cabeza y suspirando. - Hace unas semanas, pidió a su abuelo que pudieras ir a una de las fiestas de negocios que da la familia, y aunque al principio no le hizo mucha gracia, finalmente aceptó. La verdad es que incluso a mi me sorprendió. Quiero decir, a Mei no le gustan demasiado las fiestas, solo va a las necesarias. Y a pesar de que a esta no era necesario que fuera, insistió en ir.
- Vaya... ¿y cuando es la fiesta?
- Esta tarde.
- ¿Queeeeee? ¿Por qué no me habéis avisado antes?
- Pensaba que ya lo sabías. ¿Tenías algo ya planeado?
- No, pero tendré que darme prisa.
- Jeje, bueno entonces terminamos esto y nos vamos ¿no?
- ¡Sí!

Estuvieron en varias tiendas, la costó decidir que comprar. Nunca había estado en una celebración de esas características y no quería quedar mal. Finalmente eligió un vestido largo de colores claros y detalles verdes. También compró algunos accesorios. Volvieron a casa, dejó las cosas preparadas y se fue corriendo a clase. Estuvo buscando a la morena en un rato que tenía libre, pero no la encontró. Eso la puso aún más nerviosa. "No entiendo nada, parece que me este evitando desde que le dije aquello. Pero a la vez me invita a una fiesta." Suspiró con frustración.

Al llegar a casa, no vió los zapatos de la chica Aihara en el genkan, algo que la extraño. Entró y fue al salón, allí estaba el padre leyendo algunos papeles.

- He vuelto a casa.
- ¡Bienvenida, Yuzu! - La sonrió. - Termino unos papeles y empiezo a prepararme, ¿vale?
- Vale, yo iré a bañarme. - Dudó unos segundos si preguntar. - Uhm, ¿dondé está Mei?
- Estará en la casa de mi padre.
- ¿Por qué? - Preguntó extrañada.
- Siempre se arregla allí para este tipo de eventos.
- Ya veo. Bueno voy a prepararme.
- De acuerdo. - Asintió y volvió al trabajo.

Cuando llegaron ya había algunos invitados. La morena llevaba un vestido largo azul oscuro, y estaba junto a su abuelo recibiendo a la gente que llegaba. La vio a ella y se quedaron un momento mirándose fijamente, haciéndola sonrojarse, hasta que otros convidados los saludaron. Entonces la rubia comenzó a ponerse nerviosa al percatarse de que tendría que saludar al patriarca Aihara y no tenía ni idea del protocolo. - Tranquila, solo haz lo mismo que yo. - Dijo Shou, como si la hubiera leído el pensamiento. Tras el saludo, el padre se quedó junto a los demás Aihara dando la bienvenida a los invitados. A ella la dijo que entrara, que intentaría reunirse con ella lo antes posible. Una vez dentro se quedó a un lado intentando pasar desapercibida.

- ¡Yuzu Okogi! - Escuchó una voz tras ella.
- ¿Eh? - Se giró. - ¿Momokino? ¿Qué haces aquí?
- Evitar que te metas en problemas y dejes mal a MeiMei.
- Aww, gracias por preocuparte por mi. - Riendo entre dientes.
- ¡No me estoy preocupando por ti! - Replicó.
- Jeje.
- ¡Espero que aquí me hagas más caso que en el instituto! - Cerró los ojos y levantó la cabeza unos segundos.
- ¡Lo haré!
- Y recuerda estas palabras, Yuzu Okogi. - Cambió el tono a uno serio. - Si haces que MeiMei se ponga triste, te buscaré y te partiré la cara.
- ... - La miró con mezcla de sorpresa y confusión durante un instante, luego sonrió. - Vale, de acuerdo.


Pasó más de una hora, y aún no se había podido acercar a su compañera de piso, todo el rato estaba junto a su abuelo o padre hablando con otra gente. Himeko tuvo que ausentarse un momento y se quedó sola sentada al lado de una mesa refunfuñando. Se acercaron un par de jóvenes a ofrecerla bebida y compañía, que por no ser descortés, aceptó. Unos minutos después se escuchó una voz con un toque de molestia detrás de ellos. - ¿Podrian dejarme un momento con mi amiga? - Los hombres se apartaron y la chica, cogió del brazo a la otra y la sacó de allí.


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¡Mei no es Mei sin sus cosas de Mei! (??)

#MantenteASalvo

¿Por qué...? [Citrus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora