Cuando era una niña siempre vi a mi madre sonreír, no importaba lo mucho que ella lloraba por las noches pues cada mañana ella me regalaba su mejor sonrisa.
- No importa lo que suceda, tu siempre debes mostrar una enorme sonrisa -.
Sus palabras me brindaban paz aun cuando no las entendía.
Cuando llegó mi momento de sufrir fue cuando entendí las palabras de ella, pues a mí también me tocó esconder mil lágrimas detrás de una sonrisa, a mí también me tocó mostrar una mascara de alegría cuando sentía que estaba muriendo por dentro.
Riendo a menudo y sufriendo en silencio, aprendí a llorar sin derramar ni una sola lágrima, que para cuando cumplí catorce años ya era toda una experta con la sonrisa fingida.
Pero una llamada lo cambió todo, pues conocí a siete chicos que me sonrieron con sinceridad.
Ellos no trataron de esconder mis lágrimas, al contrario, cada uno me susurró de diferentes maneras que llorar estaba bien.
- Tienes que derramar todas las lágrimas que tienes acumuladas para volver a sonreír -.
Por primera vez en años pude sonreír sin fingir, ellos lo lograron, lograron que una vez mas fuera feliz.
Sus ojos me miraban con ternura y cariño y con sus brazos entrelazados me rodearon, creando una barrera para que nada me lastimara, haciéndome saber que no volvería a llorar de dolor, porque en esa barrera que ellos habían creado, solo podía pasar la felicidad.
- Eres fuerte - me susurró Joan en mis noches de insomnio.
- Sigue adelante - me alentaba Daniel en mis días difíciles.
- LEVÁNTATE Y AVANZA - me exigía Mauricio cuando caía.
- Recuerda que estamos contigo - decía Alberto cuando me abrazaba.
Mientras Juan me hacía reír, al mismo tiempo que Andrés y Josué sonreían para mí y por mucho tiempo fuimos el complemento perfecto.
Siete chicos y una chica, ¿Quien lo diría?, Este tornado podía tener su propio arcoiris.
En las buenas y en las malas estábamos juntos, nos reíamos en los momentos felices y en la tristeza, aun reíamos burlandonos de ella.
En cierto punto los observé, todos reían mientras contaban algún chiste absurdo o hacían alguna broma estúpida.
Y ahí en ese momento me volví a preguntar ¿Donde quedó aquella tristeza que cargaba?, Pues no había rastros de ella ya que juntos se encargaron de borrarla completamente de mi vida.
- Hey pequeña, ¿En que tanto piensas? - preguntó Juan y todos voltearon a verme.
Era el momento, por fin podía agradecerles el haber llegado a mí vida, por fin estaba curada, mí corazón ya había sanado, así que era el momento de darles las gracias.
Mis ojos los contemplaron uno por uno mientras una sonrisa se expandía por mis labios, ellos esperaban pacientemente mi respuesta y sonrieron cuando las palabras dejaron mis labios.
- Chicos, los amo -.
Sin esperar un segundo mas, me tomaron entre sus brazos y me rodearon hasta quedar al centro de ellos para formar un abrazo mientras uno a uno me decían lo mucho que me amaban.
Esa tarde nos prometimos estar "Siempre Juntos" sin importar que.
Y que pasara lo que pasara siempre estaríamos ahí para evitar que alguno cayera.
Mis siete caballeros y príncipes azules.
Sus ideas eran locas y divertidas, sus pensamientos eran alegres y con un toque de picardía pero eso eran ellos, la combinación entre alegría y perversión que llenaba de color mis días.
Años de alegría y diversión que no se dañaron ni cuando cumplí dieciocho años, cuando ellos entre medio de risas nerviosas me confesaron que ya no me miraban con los mismos ojos de ternura y cariño.
- Cariño, te hemos visto crecer y hemos cuidado de ti - dijo Daniel, pero en su voz no podía percibir ese tono divertido que acostumbraba a tener.
- El problema es que a medida ibas creciendo, un sentimiento también comenzó a crecer en nosotros - lo secundo Andrés.
- Te va a sonar raro, o quizás estúpido, pero no supimos en que momento te comenzamos a amar - continúo Alberto.
Pero, ¿A que se referían?, Yo también los amaba, ya se los había dicho tantas veces, no había nada de malo decir que me amaban, pero cuando llegó el turno de Juan para hablar, supe que rumbo tomaría esa plática.
- Pequeña, nos hemos enamorado de ti - dijo entre susurros.
Mauricio río al confesar que fue incómodo confesarlo entre ellos, pues Josué me explicaba que habían tenido una extensa plática donde habían expresado lo que sentían y ahí acordaron decirme la verdad.
En ese momento mis ojos buscaron a Joan quien se encontraba serio, sin emitir ninguna palabra y yo sabía la razón.
Pero, ¿Como podía reaccionar ante esa confesión?.
Pues, sonreí.
Justo como ellos me habían enseñado, pensé en todas las noches que habíamos dormido hasta tarde hablando por teléfono, horas y horas charlando sin descanso hasta el punto que nos dolía el estómago de tanto reír.
Entonces entre una sonrisa les permití amarme, cada uno a su manera.
No sabía que el amor se podía desarrollar de formas tan distintas hasta que cada uno me demostró su manera de hacerlo, conociendo gracias a ellos Las Facetas Del Amor.
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Las Facetas Del Amor ©
Romance- Siete miradas enfocadas en un solo objetivo. - Siete corazones latentes. - Siete maneras diferentes de amar. - Un solo sentimiento. Y con ese sentimiento comienza esta historia, pues siete personas juntas me mostraron LAS DIFERENTES FACETAS DEL AM...